29 septiembre, 2013

Entrevista a Pedro Crenes Castro a propósito de la publicación de "El boxeador catequista"

Entrevista aparecida hoy en el suplemento cultural "Día D" del Panamá América


"Nunca he conseguido desprenderme de Panamá"

29 | 09 | 2013
La gente que se cría en medio de las dificultades sobrevive y desarrolla unos buenos músculos emocionales para enfrentarse a la vida. El gran público es difícil de conquistar por los escritores. No somos guapos ni bailamos, no hacemos en principio nada excepcional.
Para leer toda la entrevista pincha aquí.

25 septiembre, 2013

Y en Papel en blanco... Reseña y entrevista con Carla Guelfenbein y su novela "Nadar desnudas".

Hoy, en Papel en blanco, reseñamos la excelente novela de Carla Guelfenbein, Nadar desnudas, que publica Alfaguara. Carla ha tenido la gentileza de responder a un cuestionario que le enviamos y sus respuestas son muy acertadas y dan pie a muchas reflexiones sobre el oficio de escribir y sobre nuestra relación con los que nos rodean. Para leer la reseña pincha aquí y para acceder a las respuestas a nuestro cuestionario pincha aquí.

24 septiembre, 2013

Mutis por el foro

Esta mañana me dice una buena amiga en la oficina: se ha muerto un escritor ¿te enteraste? Ni idea, le dije, y cogió si teléfono y busco la noticia. “Álvaro Mutis”, me dijo y me sentí triste. Volví a repetir en voz alta aquello tan manido y no por ello menos cierto de que nos estamos quedando solos.
Lo último que leí sobre Álvaro Mutis fue en el libro de José Ovejero, “Escritores delincuentes”, en el que el madrileño revive la estadía del escritor colombiano en la cárcel por malversar unos fondos de una petrolera según se dice. Cosas de la vida. Me acordé entonces de mi tomo azul y grueso, publicado por Alfaguara, que aglutina todas las novelas de Maqroll el Gaviero, siete nada más y nada menos. Recordé también, el tomo de Visor que reúne la Summa de Maqroll el Gaviero, la poesía de los años 1948 a 1988, casi nada. Solo recordé.
Hoy, después de la noticia, no veía la hora de regresar a casa para sentarme con el viejo Mutis, cuya desaparición física fuerza la vuelta a una obra que mereció entre otros premios el Cervantes y el Príncipe de Asturias. Un colombiano universal que se marchó desde México hacia la eternidad literaria.
La escena con la que arranca “Ilona llega con la lluvia”, pinta una bandera panameña “tremolando ufana” en la popa de una lancha gris. Esa imagen quise recuperarla en mi novela “Los juegos de la memoria”, haciendo arrancar mi historia con una bandera panameña, ondeando también, inspirando sueños.
Su Maqroll era lector. Me sorprendió que este ser, tan plagado de aventuras y de ires y venires, fuese lector de Simenon al que yo admiro mucho y del que debo leer más. Mutis ha creado un personaje que nos da para encerrarnos con él y no aburrirnos reconstruyéndolo, persiguiéndolo en su densidad de tinta por estas siete novelas cortas, por estas siete errancias de un ser maravilloso.
Releyendo lo subrayado en estos libros de Álvaro Mutis que ya cité, me he vuelto a encontrar muchas frases y versos que de alguna forma dibujan lo que me conmovía en aquel momento. Pero hay una en especial que toma una mayor relevancia en estos momentos: “Buscar e inventar de nuevo. Aun queda tiempo. Bien poco, es cierto, pero es menester aprovecharlo”.
Aprovechar el tiempo, el poco tiempo, y darse a la búsqueda y a la invención: nada resume mejor el espíritu de la literatura, de la creación literaria. El verso viene de “Programa para una poesía”, de la sección “Viaje”. Emprender búsquedas, surcar mares desconocidos para conocernos, para conocer al otro. Ese es el espíritu del gaviero Maqroll, privilegiado durante el viaje, en la gavia, desde donde se puede ver más lejos, una brillante metáfora de cómo debemos mirar.
Mutis por el foro, ha hecho Álvaro. Se ha retirado del escenario para irse a descansar al Olimpo de La Mancha, esa tierra cervantina que nos acoge a todos y de la que él ha sido siempre un singularísimo embajador. 

15 septiembre, 2013

Y en Día D... "La maldita manía de contar".

Le decían a Pablo, el apóstol (lector, según lo que dice el Nuevo Testamento), que “las muchas letras te vuelven loco”. A mí, que creo que leer es un vicio de lo más recomendable, me han dicho algo parecido porque la ficción, muchas veces se me ha colado en el terreno de la “realidad” (las comillas son de Nabokov), dándome más de un susto y granjeándome más de una llamada de atención de las mujeres de mi vida. Seguir leyendo.

08 septiembre, 2013

Recordando "Rayuela", ese juego prodigioso

Una de las cosas que más me fascinó cuando leí por primera vez “Rayuela”, fue la actitud retadora de Julio Cortázar hacia mí como lector. Desde el principio, ya en el “Tablero de dirección”, Cortázar nos advierte que este libro, “a su manera”, es muchos libros y pasa a retarnos: el lector pude elegir una de dos posibilidades. Aquí entonces me sentí interpelado por el argentino: “Rayuela”, se deja leer de forma corriente y prescindiendo de los capítulos a partir del 56, “sin remordimiento”, según el autor. Luego está la otra forma de leer la novela, partiendo del capítulo 73, y siguiendo el orden del tablero. Cortázar nos pregunta: “y tú, lector ¿eres de los corrientes o de los que se atreven a empezar por el medio?”
Rayuela”, exige un salto cualitativo en el lector, una mirada atenta y preparada para ver lo nunca visto y, sobre todo, unas buenas zapatillas para caminar esta ficción que cumple cincuenta años en plena forma. La complicidad del que lee es absolutamente necesaria para disfrutar de una novela que no se termina ni en las tres estrellitas del capítulo 56.
Alfaguara ha publicado una edición que celebra estos cincuenta años en activo. Interesante por el apéndice en el que Cortázar explica la concepción de la novela y un mapa del París en el que ocurre “Rayuela”.
Hay otra, una de mis favoritas, que pertenece a la célebre “Colección Archivos”, un gran esfuerzo multiterritorial para la publicación de las grandes obras literarias de Hispanoamérica cuando se celebró el Quinto Centenario del Descubrimiento de América. En ese volumen de “Rayuela” participan grandes conocedores de la obra (el experto por excelencia en Cortázar, Saúl Yurkievich y Julio Ortega, son los coordinadores de esta edición). La riqueza de este volumen radica en los múltiples puntos de vista  desde los que se aborda la novela y la vida del escritor argentino.
Pero sin duda, la edición de andar por casa, y no por eso menos brillante (puede ser una de las mejores), es la de Andrés Amorós (Cátedra, 2013) que volví a encontrar después de regalar mi ejemplar a buen amigo. La de Amorós va por la 24ª edición y vio la luz en el año 1984, año en el que nos dejó, un 12 de febrero, para siempre, Julio Cortázar.
Ahora bien ¿cómo arranca de verdad “Rayuela”? Leyendo como dice Cortázar que hay que hacer, desde el capitulo 73, el arranque es prodigioso y mágico: “Sí, pero quien nos curará del fuego…”. ¿A qué pregunta responde el “sí”, a qué gran fuego haremos bien en estar atentos en lo que sigue de novela? Cortázar intriga desde la primera línea y nos echa a andar por París, por la rue de la Huchette, haciéndonos buscar a una misteriosa mujer, la Maga, a la que haremos bien en conocer.
Para eso sirven los aniversarios como este de “Rayuela”, para volver a acercar al gran público, sobre todo a los más jóvenes, a una novela que les va a marcar seguro. Es una excelente oportunidad para volver a leerla, para terminar de hacerlo si alguien la dejó a media o para llera de otra manera, de la común, o de la manera que dice el autor que hay que hacerlo. Una obra inagotable.
Lo comentaba un día con mi amigo, el escritor colombiano Alejo López: “ojalá que lo que escribamos genere tanta literatura como la literatura de Cortázar”. Sueño, la primera parte, pero una absoluta verdad la segunda porque toda la obra de Julio Cortázar inspira más literatura, dispara la creatividad, genera más sueños.

Para los que no la han leído, hay aquí una buena oportunidad para hacerlo. Los que ya la leyeron, háganlo otra vez, refresquen sus sentidos literarios, déjense llevar de nuevo por este juego que es en definitiva “Rayuela” y contamínense de una manera de hacer, de ver y de vivir la literatura, por una obra maestra.