21 octubre, 2012

Días de ira: tres historias en tierra de nadie (Reseña)

Media distancia. Un género por el que han recorrido las letras de Juan Rulfo, García Márquez y más cerca en el tiempo y aquí en España, Andrés Barba. Distancia que también ha recorrido Jorge Volpi (México, 1968) y que Páginas de Espuma reúne en “Días de ira: tres historias en tierra de nadie” (Páginas de Espuma, 2011)  nos da la posibilidad de leer en un solo volumen tres extraordinaria historias que combinan personajes bien definidos, historias extremas y sobre todo provocan en el lector inquietud y asombro.
Un prólogo a modo de explicación abre este libro intentando poner ciertas bases de esa narrativa entre la novela y el cuento, suscitando en el lector una búsqueda de las obras que se citan para constatar los argumentos del escritor mexicano. Entre la monumentalidad de la novela y la placidez y agilidad del cuento, habita un género que tiene en su propia solución onomástica un enjundioso trabajo de definición. Un prólogo ágil e inteligente que comparte visiones para resolver el enigma de esta vieja medida literaria.
Las narraciones están ordenadas de la más antigua a la más reciente, todas ellas escritas a finales del siglo pasado y todas protagonizadas por una pareja, terreno este done los conflictos crecen y la narración se dinamiza en tanto que los problemas se plantean y son resueltos.
La primera de estas narraciones “A pesar del oscuro silencio”, que puede leerse en una suerte de clave de auto ficción. El protagonista, Jorge, entra en un proceso de obsesión enfermiza con la vida del poeta mexicano Jorge Cuesta al que estudia, disecciona de manera febril y al que de una forma termina viviendo en su lado oscuro. El conflicto se plantea dentro de su pareja que termina arrasada por la obsesión por el personaje y por cierta incomprensión del conflicto moral por parte de Alma, su pareja.
Días de ira”, segunda de las narraciones y la que presta nombre al libro, es la que más me ha entusiasmado. Una vez más Jorge Volpi hace un guiño a la literatura y esta vez va más lejos que en su búsqueda de Jorge Cuesta. Una novela, inocente, banal, insulsa, encierra una trampa mortal: una vez abierta, lector, todos estamos en ella.  Pero advierte el narrador que las trampas de esta novela, lo que guarda como una terror que asalta y provoca el protagonismo mas terrible del que lee, están puestas allí de antemano, que nada es casual, que el determinismo literario existe y que nosotros somos parte del terrible juego. El lector de “Días de ira” terminará siendo cómplice, junto con el autor y el protagonista, de un suceso helador y oscuro. Otra vez, la trama ocurre dentro de una pareja y sus aledaños.
Una tercera pareja protagoniza la última de estas narraciones. “El juego del Apocalipsis” quizá la más conocida por el público, arranca, con un inocente llamada que le regala a su protagonista un viaje a Patmos, la isla donde escribió San Juan el Apocalipsis (ya sé que saben dónde está Patmos). El viaje lo regala una fábrica de embutidos para recibir el año 2000 en la enigmática isla. Hasta aquí la cosa parece pintar bien pero ya saben cómo es Jorge Volpi: concesiones cero, historia absorbente al borde del tercer milenio, personajes que se van complicando la existencia hasta terminar en un asombro ante los escombros. El guiño a la literatura lo pone Andrea, una crítica literaria de cuchillo en los dientes y parche en el ojo, una demoledora de escritores que disfruta con su trabajo. Al final el Apocalipsis sobreviene y ya depende de ustedes saber qué pasó exactamente.

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