03 octubre, 2011

Correr el tupido velo (Reseña).

Como ya sabrán los que nos siguen  soy practicante del fetichismo literario. Hurgar en la vida de los escritores, rastrear en los motivos emocionales y técnicos de sus obras es una cuestión que me apasiona y cada vez que paso por delante de una ventana abierta al mundo de un escritor miro sin pudor para ver que esconden.
Pilar Donoso (Madrid, 1967) hija (adoptiva) de José Donoso (Chile, 1924-1996) se propone en esta obra mostrarnos el lado menos conocido de su padre que dejó sesenta y cuatro cuadernos llenos de sus obsesiones, pasiones e impresiones sobre tantas cosas y personas, con la idea de que fuera ella entre otros la que encarara la tarea de levantar un texto biográfico. Quiso en vida el escritor chileno poner en limpio lo que había sido su vida y quiso contar con su hija para tan ingente empresa pero no pudo ser.
Pilar se embarca con la memoria de su padre y se sumerge en el personaje para cifrar con conocimiento de causa y en su propia voz a la persona y al personaje lo que le ha costado a la autora un peaje altísimo en lo emocional y moral pero que a los lectores nos deja una ventana a la que asomarnos para saber más del universo del autor de “El obsceno pájaro de la noche”.
No es fácil la vida junto a un hombre que desdibuja en su entorno las líneas entre lo real y la ficción. De esto da cuenta Pilar Donoso desde el principio (página 11) y el camino que se sigue durante todo el libro es este, el de una hija que intenta definirse, que quiere dibujar los límites de nuevo y sobrevivir así a la confusión de planos vitales.
Algunos querrán ver un ajuste de cuentas en este texto. La autora se explica, exhibe sus heridas, da cuenta de su dolor y del encuentro con muchas verdades relacionadas con ella y con los que la rodearon a ella y a su padre y se duele por ello. Poner en claro las cosas es, para los responsables o encubridores del sufrimiento que se infligen consciente o no pero se inflige, una suerte de malicioso y rencoroso ajuste de cuentas. Yo no creo así: cada uno debe llevar su carga sea la que sea y lo que de José Donoso sabemos hoy lo sabemos de su puño y letra.
Las alusiones a los cuadernos evidentemente no son todas (o eso es lo que me parece) pero las que son dan buena cuenta de la psicología del escritor chileno. Sorprende su sentimiento de inferioridad ante otros grandes de las letras y el mundo cultural en Estados Unidos (por ejemplo Susan Sotang), su obsesiva manía por tener todo bajo control, sus exhaustivas anotaciones sobre lo que estaba escribiendo. Es muy valioso verle  envuelto en su oficio y como este preside cada decisión que se toma, cada viaje que se emprende cada casa que compra y habilita en las distintas etapas de su vida.
Pero tranquilos, esta obra no debe empañar la memoria de uno de los grandes escritores hispanoamericanos cuya obran nos sigue absorbiendo con una fuerza inusitada. Queda para los interesados en las vidas de los escritores el magma latente bajo el fuego de sus novelas, el precio que otros pagaron para que vieran la luz, la oscuridad luminosa que brilla en la construcción de un personaje tan peculiar como fue José Donoso.

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