23 noviembre, 2011

El laberinto de sombras (reseña).

Como viene siendo habitual en este lector, me voy metiendo en sagas sin haber leído los libros anteriores. Pero estoy convencido, como dije en su día, de que este es un ejercicio que prueba la fuerza y la consistencia de la saga que, sin ser necesariamente una continuación uno de los otros, vemos como planean por las distintas novelas los mismos personajes que van evolucionando junto a propio oficio del autor. Cierto es que cada libro debe leerse como una unidad independiente pero no es menos cierto que una saga correctamente construida invita a buscar los libros anteriores y posteriores.
Con la de Ulysses Moore (Montena, 2010) ocurre eso: la curiosidad te asalta para que busques el resto de las novelas. En “El laberinto de sombras” (Montena, 2010) Pierdomenico Baccalario (Piamonte, 1974) avanza en su saga poniéndonos delante a un gigante, a tres primos aventureros una chica y las puertas del tiempo ¿qué hacer, a donde ir? ¿De dónde vienen todas estas denominaciones, personajes e intrigas?
Me ha parecido que lo que ofrece Baccalario es un campo de aventuras donde poner a prueba la imaginación, donde permitirnos un momento de escape y de ocio inteligente. Tanto pequeños como adultos no se sentirán defraudados por “El laberinto de sombras”.
En esta entrega los protagonistas viven dos aventuras paralelas: por un lado Julia, Tommi y Rick tienen que defender Kilmore Cove de “Los incendiarios” mientras Anna y Jason cruzan “La puerta del Tiempo” junto a un extraño gigante para descender a un laberinto (muy Borges, no me digan que no). Allí hay un secreto, el de las puertas del tiempo, que se viene dosificando en las anteriores entregas.
Tenemos que destacar la belleza del libro como objeto. Las ilustraciones son muy buenas y ponen cara a los personajes que aparecen en la novela. Las ilustraciones están acompañadas de una breve ficha que nos dice la fecha y lugar de nacimiento, donde viven y algunas particularidades del personaje que ayudan en la lectura. Un lujo que motiva la imaginación y fija una imagen concreta de los protagonistas en la mente de los lectores.
Propone esta novela una inmersión en un mundo que inyecta cierta extrañeza, que va envolviéndonos en la trama y en su laberinto. A más de esto, la novela está muy bien escrita, tiene un nivel literario que contaminará de buenas costumbres literarias a los jóvenes que se acerquen a ella. Valores como la amistad y la lealtad están presentes para completar una muy recomendable lectura que no va a defraudarnos.
La última puerta la abre el último capítulo de la novela: el viejo traductor sostiene una conversación con una mujer (ya se enterarán de quién es) a la que tiene que darle una explicación sobre el paradero de su hija pero entra un personajes inesperado que pospone esa explicación dejando una puerta abierta… ¿Y ahora qué? Pues que nos tocará buscar el siguiente tomo, y los anteriores, para poder enterarnos bien de qué ha pasado y qué va a pasar en el universo de Ulyses Moore. Ya me ha picado la curiosidad y a vosotros también os picará.

11 noviembre, 2011

Aguirre, el magnífico (Reseña).

Lo fascinante de “Aguirre, el magnífico” (Alfaguara, 2011) es la capacidad de Manuel Vicent de convertir la vida de Jesús Aguirre en una excusa para echarse a andar por los caminos de la memoria y la literatura porque lejos de homenajes y celebraciones este libro tiene en su fondo la vida del decimoctavo duque de Alba como mera estación de tren para partir a un prodigioso viaje.
Uno de los trayectos es el de la memoria. Vicent recuerda, se ríe y hace reír,  tira de nosotros para hacernos testigos de su peripecia vital y en ese echarse por las calles del recuerdo nos hace parar en cada esquina par dejarnos piezas sabrosas de vida que deberán incluir sus biógrafos en el tocho que puede ser la biografía del escritor valenciano.
El otro trayecto de este viaje es la visión que de España se nota al fondo. La crónica de nuestro presente cercano deleita a los que les gusta recordar de súbito dónde estábamos cuando paso tal cosa. Léanse, entre tantas cosa en este libro, el relato del hallazgo del copón de oro lleno de hostias bajo la cama del hijo de Torrente Ballester: magistral. Claro, fueron a llamar, para solventar el asunto al “padre” Aguirre. Todo esto ocurría mientras por los aires hacían volar a Carrero Blanco: pura literatura.
Pero queda una tercera vía de viaje: la propia vida, pasión y muerte de Jesús Aguirre. Su ambición, su llegada a donde quería en la vida, el relato de su muerte en soledad con un llanto de sirena de ambulancia como única banda sonora y compañía. No es una biografía al uso, vaya por delante eso, pero el personaje se construye por la cercanía del autor a la persona del retratado y también, claro está, por los dimes y diretes que todo el mundo se sabe del duque. Aquí se consigna la consideración de “locura” que se le dio a la idea de matrimonio entre Aguirre y la duquesa de Alba, la secularización del ex sacerdote, su etapa como tal y su experiencia teológica, el día de la boda… una exaltación literaria que hace pasar por mentira una existencia que nos consta que se dio, que parece anular al ser humano para transformarlo en ser de ficción. Manuel Vicent hace que asistamos con una sonrisilla maliciosa y satisfecha a las escenas de una vida interesante como poco y que da para mucho más siempre y cuando, sea Vicent el que cuente la historia.
Un libro muy bueno, lleno de ironía y que retrata a Jesús Aguirre con colores grises claro, queriendo ser coloridos pero sin atreverse a serlo. Manuel Vicent cumple así, según dice él, la labor que delante del Rey de España le encomendó Aguirre: escribir su biografía. ¿Ficción o realidad? A mí me da lo mismo: al final terminas satisfecho por haber leído un relato que perfectamente podría ser una novela o que quizás lo es pero Manuel Vicent se ha empeñado en hacer pasar por crónica, retrato literario o amago de biografía.

06 noviembre, 2011

El último vampiro y SOS ¡El cazador contraataca (Reseña).

Los Beastly Boys son un grupo de tres chicos que han escrito esta serie de cinco libros en inglés y que para este 2011 tendremos completa. Se trata de una serie para niños de entre 8 y 12 años con apetito lector y con ganas de pasar un buen rato lleno de aventuras en un mundo de fantasía, misterio y personajes fantásticos que mezclan clásicos personajes de terror con otros seres imaginarios.
Lo que en el fondo preocupa a los padres es qué están leyendo sus hijos y la falta de tiempo para leer todo lo que cae en sus manos. Ciertamente hay que sacar tiempo para tan importante empresa pero les podemos asegurar que esta serie, estos dos títulos que tenemos entre manos, enseñan valores fundamentales como la amistad, la lealtad, el sentido del deber y el espíritu de auto superación.
En “El último vampiro” (Montena, 2010) Ulf es un niño  lobo que vive con esta particularidad, que no deja de darle problemas, pero aun así está dispuesto a pasar las pruebas para convertirse en agente del RSPB, un centro de rescate de criaturas poco comunes y que son cazadas por el malvado Barón Marackai para su disfrute. Con gran arrojo Ulf se lanza a la lucha contra el malvado Barón arriesgando incluso su propia vida. Hay un trasfondo ecologista aquí, en el hecho de que nuestro héroe debe buscar al último vampiro de la selva al que hay que cuidar para que no se extinga. La mezcla de personajes oscuros tradicionalmente, despojados de su aura terrorífica y complementado por valores, ofrecen una lectura amena, que derrota temores nocturnos e inaugura formas de pensar positivas.
En la otra novela “SOS ¡El cazador contraataca!” (Montena, 2010) Ulf se enfrenta a una misión mucho más compleja y ahora no está solo. El Baron Marackai está montando uno de los mayores  campos de cacería que se conoce: Predatón. Su propósito es recrearse con la cacería de Trols de Dientes de Sable. Otra vez la comunicación de valores se presenta en forma amena y adaptada para los lectores más jóvenes.
Los libros de la serie, son varios, apuntan a los valores más altos del hombre, todos envueltos en unos personajes  diferentes y que a muchos padres nos pilla a desmano pero que no son tan distintos a los de las sagas de aventuras que en tebeos o dibujos animados veíamos en su época.
 Por otro lado, los niños leerán buena literatura, son libros bien trabajados, con tramas ajustadas a la edad de los chicos con lo cual se aseguran futuros lectores y una inclinación a la lectura de grandes sagas cuando sean mayores.
El merito de los autores, Los Beastly Boys, radica en convertir ellos mismos sus sueños en realidad y comunicarlo por medio de sus libros. Deberían probar escribir en el futuro una novela con otros contendidos o si la tienen traducirla para medirles mejor como buenos escritores. Para cualquier ocasión resultará un regalo muy acertado. Como saga, les recomendamos que busquen los primeros libros y vuelvan a estos. No se arrepentirán.


02 noviembre, 2011

Tan cerca de la vida. (Reseña).

Tokio, en una fecha indeterminada en el presente o en el futuro. Un hombre aterriza en la capital nipona para vivir una experiencia que trastornará su vida y sus sentidos y que promete cautivarnos y subyugarnos hasta llegar al final de esta novela intrigante. Santiago Roncagliolo (Lima, 1975), fiel a su estilo y  su búsqueda estética, nos ofrece en “Tan cerca de la vida” (Alfaguara, 2010) una aventura de los sentido donde nada es lo que parece y nadie quien dice ser. Un juego de apariencias, de sensaciones controladas, de asomos a uno mismo para preguntarnos qué hacemos aquí y que será de nosotros mañana.
¿Podrá la Tecnología, cruzada con la Biología, terminar creando seres “humanos” que nos sustituyan en el trabajo o en la vida doméstica? La Corporación Géminis promete trabaja por ello y Max, uno de sus mejores empleados está a punto de descubrir algo que va a cambiar por completo su vida.
Convocado en Tokio para una convención de la Corporación Géminis para la cual trabaja su llegada al inmenso hotel que acoge la cita presagia que las cosas no serán sencillas. El señor Kreutz, personaje de interpretaciones diversas y que encierra una pulsión perversa en su fondo, y dueño de la Corporación asciende de puesto a Max, empujándolo a una situación comprometida que levanta las sospechas y el encono del resto de los empleados. Solo cuenta en su aventura nipona con la compañía de Mai, una empleada del hotel con la cual se comunica de modo extraño y que se convierte poco a poco en la mínima luz que le sostiene.
Más trae consigo una herida, una mancha que flota como chapapote en su alma. Una duda también le persigue con respecto a su mujer, nada parece claro, la realidad se desdibuja en Max, produciendo en el lector una zozobra constante que forma parte también de la fuerza que motiva a seguir leyendo.
La novela tira del lector con la fuerza de las reflexiones sobre quiénes somos y en qué nos podemos convertir, con la destreza de un consciente diseñador de situaciones que pulsan los resortes de la búsqueda de respuestas ante lo planteado. Roncagliolo va abriendo el ángulo de enfoque para que el plano quede claro pero en cada apertura la trama se complica, desafía al lector a seguir para ver como se resuelven tantas preguntas fundamentales juntas, sobre todo la consabida ¿a dónde vamos?
Una de las virtudes de la escritura de Santiago Roncagliolo es su capacidad de construir atmósferas creíbles que posibiliten la fluidez de los personajes. Creo que el autor consigue que sus escenarios no se acartonen, que sean capaces de no distraer al lector dándole motivos para no creerse donde se desarrolla la acción.
La tensión psicológica que puebla la novela sumada a su apuesta por una ciencia ficción “moderada”, convierten a “Tan cerca de la vida” en una novela que permite muchas lecturas, que suscita debate a la vez de regalar goce estético. El autor ha conseguido una novela inteligente, que no va a dejar indiferente al lector y que da para conversar un rato largo sobre tecnología y vida, sobre el presente y el futuro inmediato que nos acecha más cerca de lo que pensamos.

03 octubre, 2011

Correr el tupido velo (Reseña).

Como ya sabrán los que nos siguen  soy practicante del fetichismo literario. Hurgar en la vida de los escritores, rastrear en los motivos emocionales y técnicos de sus obras es una cuestión que me apasiona y cada vez que paso por delante de una ventana abierta al mundo de un escritor miro sin pudor para ver que esconden.
Pilar Donoso (Madrid, 1967) hija (adoptiva) de José Donoso (Chile, 1924-1996) se propone en esta obra mostrarnos el lado menos conocido de su padre que dejó sesenta y cuatro cuadernos llenos de sus obsesiones, pasiones e impresiones sobre tantas cosas y personas, con la idea de que fuera ella entre otros la que encarara la tarea de levantar un texto biográfico. Quiso en vida el escritor chileno poner en limpio lo que había sido su vida y quiso contar con su hija para tan ingente empresa pero no pudo ser.
Pilar se embarca con la memoria de su padre y se sumerge en el personaje para cifrar con conocimiento de causa y en su propia voz a la persona y al personaje lo que le ha costado a la autora un peaje altísimo en lo emocional y moral pero que a los lectores nos deja una ventana a la que asomarnos para saber más del universo del autor de “El obsceno pájaro de la noche”.
No es fácil la vida junto a un hombre que desdibuja en su entorno las líneas entre lo real y la ficción. De esto da cuenta Pilar Donoso desde el principio (página 11) y el camino que se sigue durante todo el libro es este, el de una hija que intenta definirse, que quiere dibujar los límites de nuevo y sobrevivir así a la confusión de planos vitales.
Algunos querrán ver un ajuste de cuentas en este texto. La autora se explica, exhibe sus heridas, da cuenta de su dolor y del encuentro con muchas verdades relacionadas con ella y con los que la rodearon a ella y a su padre y se duele por ello. Poner en claro las cosas es, para los responsables o encubridores del sufrimiento que se infligen consciente o no pero se inflige, una suerte de malicioso y rencoroso ajuste de cuentas. Yo no creo así: cada uno debe llevar su carga sea la que sea y lo que de José Donoso sabemos hoy lo sabemos de su puño y letra.
Las alusiones a los cuadernos evidentemente no son todas (o eso es lo que me parece) pero las que son dan buena cuenta de la psicología del escritor chileno. Sorprende su sentimiento de inferioridad ante otros grandes de las letras y el mundo cultural en Estados Unidos (por ejemplo Susan Sotang), su obsesiva manía por tener todo bajo control, sus exhaustivas anotaciones sobre lo que estaba escribiendo. Es muy valioso verle  envuelto en su oficio y como este preside cada decisión que se toma, cada viaje que se emprende cada casa que compra y habilita en las distintas etapas de su vida.
Pero tranquilos, esta obra no debe empañar la memoria de uno de los grandes escritores hispanoamericanos cuya obran nos sigue absorbiendo con una fuerza inusitada. Queda para los interesados en las vidas de los escritores el magma latente bajo el fuego de sus novelas, el precio que otros pagaron para que vieran la luz, la oscuridad luminosa que brilla en la construcción de un personaje tan peculiar como fue José Donoso.

01 octubre, 2011

El final del amor (Reseña).

 “El final del amor” (Páginas de Espuma, 2011) es el regreso de Marcos Giralt Torrente (Madrid, 1968)  al género cuento con el que irrumpió en el panorama literario y el flamante ganador del II Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero que se está convirtiendo en una brillante referencia para este género que está en plena expansión para deleite de los lectores.
Este libro no es lo que parece, no es un libro de cuentos más. Desde su título hasta el último de sus relatos, Marcos propone una visión poco convencional y heterodoxa de ese universo que se llama amor. Son cuentos apasionados y sin romanticismos que revelan una veta luminosa y distinta de las relaciones de pareja y sus consecuencias.
El título no alude necesariamente a un período concreto de las relaciones amorosas que se dan en los cuentos. “El final del amor” no es un catálogo de finales, ni es un muestrario de desavenencias sobrevenidas en las parejas. Como bien explica el autor, “la idea del final del amor resume el amor mismo en el sentido de que, así como no es posible pensar en la vida sin la muerte, no es posible pensar en el amor sin su final”.
Componen el libro cuatro excelentes cuentos, todos ellos narrados en primera persona. La construcción técnica de estas ficciones es impecable, la acción transcurre sin atropellos, fluyen, acercan al lector, le confrontan con las luces de una prosa inteligente. La exploración de los sentimientos está argumentada por unos personajes creíbles que no suenan a impostados, que no están de paso por las historias que protagonizan. Muchos cuentos adolecen de ese defecto, el de tener personajes poco capaces de protagonizar las historias que se les tejen. Marcos Giralt Torrente construye personajes precisos e inquietantes para unas acciones que parecen sencillas pero que encierran una notable complejidad.
Hay un interesante uso de la distancia en estos cuentos, sobre todo en “Cautivos” y “Nos rodeaban palmeras”, distancia que utiliza el autor para llevarnos a presenciar los momentos clave en los que las parejas se transforman y como el mito de estar cerca o lejos se derrumba ante la evidencia. También en “Última gota fría” este recurso de la distancia se usa para asistir a la cercanía de una pareja separada vista por los ojos de su hijo adolescente. Un cuento que aborda el cambio de perspectiva del protagonista ante la posibilidad de que sus padres vuelvan a juntarse.
“Joanna” es diferente, es quizá el cuento más inquietante, gris y denso de los cuatro. La atmósfera asfixiante que cubre a la familia de la protagonista es uno de los muchos aciertos de este magnífico libro.
Pero de los cuatro es “Cautivos” el que más nos ha gustado. Una pareja que lo tiene todo que se quiere, que no le falta nada para ser feliz no puede serlo. Alicia y Guillermo son incapaces de estar físicamente cerca pero a la vez nos incapaces de dejarse para siempre, de perderse de vista. Con un brillante narrador testigo que dosifica muy bien la historia, este cuento nos pasea por los afectos de esta pareja y nos suspende sobre sus vidas para presenciarlas desde un enfoque distinto, para verles amarse de una forma angustiosa y personal, para hacernos ver que otras “extrañas” maneras de amarse son posibles.
Este es uno de esos libros que al terminarlo dan ganas de volverlo a empezar, unos textos que confirman las certezas que ya teníamos desde hace mucho tiempo: estamos ante una escritura en plena madurez, en pleno uso de sus facultades técnicas y estéticas.

Por los senderos con... Marcos Giralt Torrente





Marcos Giralt Torrente nos recibió en la editorial Páginas de Espuma días antes de la presentación de "El final del amor" en el marco de la pasada Feria del Libro de Madrid. Una conversación profunda, inteligente y divertida. Marcos nos habló de su nuevo libro, del proceso de escritura del mismo y reflexionó con nosotros sobre el amor.


¿Cómo nace “El final del amor”?

Pues la verdad es que es algo verdaderamente extraño en mi carrera. No soy un escritor al que las ideas se le ocurran muy fácilmente, tengo que buscarlas. Y aunque la literatura me habite incluso cuando no escribo, necesito de una férrea voluntad para obligarme a escribir. Ello hace que mis libros nazcan sobre todo de la voluntad. Pero con “El final del amor” fue diferente, nace de una manera más espontánea sin que ello implique que técnicamente este menos trabajado, sino que el impulso de escribirlo no fue premeditado. Nace más bien del cansancio del mi libro anterior.
“Tiempo de vida” es un libro de no ficción en el que hablaba con mi voz y de mi experiencia con mi padre. Fue un libro que me procuró muchas satisfacciones  en lo personal y en lo literario pero que me obligó a escribir pensando mucho en mí mismo y en mis cosas  y a exponerlas  a la visión publica. Esa exposición de mi interior y ese hablar y pensar en mí que duró todo el tiempo de la promoción  me hizo terminar bastante cansado de mí mismo y, de una manera muy natural, como si mi cuerpo me hubiese pedido descomprimirme de esa dosis excesiva de realidad y auto realidad que fue “Tiempo de vida”, me volqué en la escritura de estos cuentos sin saber ni siquiera que terminarían siendo un libro. De pronto me vi escribiendo un cuento o necesitando escribir un cuento, buscando el argumento y tomando las decisiones adecuadas  para hacerlo  pero sin pensar que estaba escribiendo el primero de una serie que terminarían convertidos en “El final del amor”.  Fue cuando tuve los dos primeros que pensé que podría tener un libro.

Dice San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, capítulo 13, que “el amor nunca deja de ser” lo que contrasta con el título de tu libro “El final del amor” ¿Qué piensa de esto?

Creo que tienen mucho que ver. Al contrario de lo que puede parecer, “El final del amor” no está compuesto por historias que necesariamente tengan que ver con el final del amor ni están centradas en el final de las relaciones amorosas ni mucho menos. Elegí ese título porque me parece que la idea del final del amor resume el amor mismo en el sentido de que, así como no es posible pensar en la vida sin la muerte, no es posible pensar en el amor sin su final. Hasta en la relación amorosa más feliz y prolongada en el tiempo, existe la idea del final del amor aunque solo sea como amenaza. Los amantes siempre piensan en el final del amor, a veces con miedo, generalmente, y a veces hasta con ganas.

En “Nos rodeaban palmeras” y “Cautivos”. Veo un nexo común que es la distancia. Tanta distancia cercana en “Nos rodeaban palmeras” que se alejan los protagonistas y en “Cautivos” la distancia física es lo que precisamente les vincula.

No se me había ocurrido verlo de ese modo y queda muy bien expresado así. Todos los cuentos están narrados  en primera persona y en el caso de “Nos rodeaban palmeras” el narrador es protagonista del drama que cuenta mientras que en “Cautivos” el narrador es testigo del drama. “Nos rodeaban palmeras” intenta ser una instantánea de ese momento de lejanía que se produce en las parejas a veces en unos minutos, en unos días o en semanas. Pensé, si quiero dar cuenta de esa lejanía que se produce en el seno de una pareja, me interesa potenciar esa sensación de aislamiento, de aislarlos lo más posible. De allí que la acción trascurra en una isla pequeña. Estas decisiones técnicas tienen que ver con el tema de la distancia.
En “Cautivos”, por el contrario, lo que quería potenciar era la paradoja de dos personas que lo tienen todo para ser felices, que no se han perdido el amor el uno por el otro pero sin embargo la cosa no funciona. Ese tenerlo todo para ser felices me llevó a buscar a dos personajes sin dificultades económicas, con vidas privilegiadas, con casa en varios lugares, cosmopolitas en una palabra. La distancia es fundamental por todos los lugares que recorren, que pueden recorrer, pero eso no los une, no les capacita para vivir una relación por decirlo así, “normal”.

Guillermo le reprocha a Alicia en un momento del cuento no haberle dejado por ser ella más responsable que él, lo cual me lleva la siguiente pregunta ¿hay que tener valor para poner fin al amor o por lo menos a las relaciones?

Indudablemente. Creo que es uno de los actos más valerosos con los que un hombre o una mujer se pueden topar en su vida. Hay quien no es capaz nunca de hacer eso, que actúa con cobardía. Muchos finales agónicos de parejas ocurren precisamente porque quien provoca ese agónico final no se atreve a darlo de una sentada, se dedica a torturar al otro para que sea él quien le abandone por agotamiento.
En el caso de Guillermo no sabemos lo que esconde y es muy probable que esto le convierta, al parecer, en responsable del fracaso pero al final ambos terminan siendo víctimas y verdugos el uno del otro. Lo que me interesaba a mí era que eso no acabara con el amor sino que hasta cierto punto los vinculara. Creo que el relato más de amor del libro es precisamente este. Efectivamente hay un fracaso amoroso en estos personajes que no se desean ni pueden compartir lecho y estas circunstancias les incapacitan incluso para compartir la cotidianidad de un modo “normal” pero no pueden perderse de vista porque en el fondo se quieren. Lo que yo estoy reivindicando en el libro, que ni es un tratado sobre el amor ni pretende agotar el tema, es una idea del amor más rica y compleja que la convencional, que es posible quererse de esa extrañísima manera en la que lo hacen Alicia y Guillermo.

Los otros dos cuentos “Joanna” y Última gota fría” se detienen de alguna forma en la relación con los hijos o cómo “el final del amor” del que hemos hablado les afecta ¿Crees que la relación entre padres e hijos sufre de ciertas mutaciones?

Mi papel de padre no lo tengo aun muy claro puesto que soy un padre muy reciente, tengo un hijo de apenas dos años. Lo único que sé es que por mucho que imaginaras lo que es ser padre antes de serlo, por mucho que te lo hayas imaginado, por mucho que hubieses leído sobre el tema, verdaderamente no te haces cuenta del amor inmenso que produce un hijo. Es algo verdaderamente inconcebible. Al mismo tiempo sientes una tremenda responsabilidad, tanta que da miedo. Todos los padres nos sabemos imperfectos y nos sentimos un poco impostores. Si eres un impostor sin hijos no hay víctimas de tu impostura, pero si los tienes es peor porque ya tienes víctimas o posibles víctimas de tu impostura.
Supongo que lo que cambia cuando un hijo crece es que esa generosidad absoluta del amor del padre es una generosidad destinada al desengaño amoroso en el sentido de que lo deseable, lo que un padre debe anhelar, es darle todo a su hijo para que madure y llegue un momento en el que le abandone. Y eso es lo deseable, porque significará que has criado a un ser autónomo que sepa y pueda emanciparse de los padres. Luego, es alimentar un amor para que se produzca el desengaño amoroso por parte del padre.  “Joanna” es el cuento que escribí más fluidamente, fue en el que me tropecé menos, el más espontáneo. Más que el amor que se describe en el cuento lo que me interesaba era la familia y más concretamente una de las paradojas más grandes que me inspira: la familia que debiendo ser eficaz para ayudar, preparar y proteger a los más pequeños el mayor tiempo posible para que al exponerse al mundo y sus peligros sepa cómo defenderse, termina convirtiéndose, sin quererlo, en todo lo contrario, en un conjunto de seres envilecidos, con atmósferas enrarecidas que se convierten en sofocantes y que lo que hacen es hundir a sus miembros. Y Joanna es víctima de una de estas familias. El tema final que se revela es lo de menos, lo que me interesaba era ese ambiente enrarecido que pide a la persona levantarse y abrir una ventana.

En “Última gota fría”, la mirada de un chico joven nos relata el ir y venir del unos padres que están separados y que parece que podrían volver a unirse…

En este cuento me interesaba una paradoja parecida a la de “Cautivos”. Objetivamente los padres de este chico se quieren y en un momento del relato ellos entienden que no sentirán tanto amor por sus nuevas parejas como el que se tienen el uno al otro, pero es imposible que estén juntos. Visto por los ojos de un adolescente, quiero resumir ese momento epifánico de los relatos de aprendizaje. Hay un momento en la vida cuando somos jóvenes en el que todas las verdades que conforman nuestra visión del mundo son heredadas de  nuestros padres pero llega un momento también en la vida en que eso no basta. Hay personas para las que ese momento epifánico es conflictivo y se rebelan contra sus padres y para otras es simplemente una necesidad, la de ver las cosas por sus propios ojos, la de hacerse una visión del mundo más propia y es en ese momento en los que se centran los relatos de aprendizaje.
“Última gota fría” es de este tipo de relatos. Este chico como todo hijo de padres separados coquetea en un momento con la idea de que sus padres vuelvan a estar juntos. Salvo los casos extremos en los que el padre era un verdadero tirano que machacaba a la familia, lo normal es que ese deseo se manifieste. Ese momento de crecimiento de este muchacho esta ejemplificado en ese paso en el que él se da cuenta que posiblemente no es lo más deseable ni lo mejor que les podría suceder a él y a su madre.

Has dicho en algún momento que “escribir no es terapéutico” ¿matizarías esta afirmación?

Hay muchos tópicos literarios que me soliviantan. Tópicos manidos como “es que necesitaba escribir esta historia”, o “los personajes se me han impuesto” o “yo escribo para poder vivir” o “la escritura es mi psicoanálisis”… Creo que en la vida hay muy pocas cosas necesarias a parte de comer, beber, descansar… me siento muy escritor y vivo, pienso y miro literariamente pero cuando no escribo no me pasa nada. A lo largo de muchos meses de mi vida no escribo pero cuando lo hago necesito vivir dentro de ese relato, de esa novela, necesito una intensidad en la escritura que me obliga a trabajar muchas horas al día. Me aleono y me convierto en un ser asilvestrado y me olvido de cosas básicas pero pueden pasar perfectamente varios meses sin escribir y esto no hace que me descentre ni soy víctima de paranoias. Esa frase a la que aludes, que dije dentro de una conversación y en un contexto y que fue elevada a titular, parece una gran reflexión pero yo no pretendía decir nada más que la literatura es lo que es, pero que nadie se la tome como otra cosa.


¿Cómo es el día a día de trabajo literario de Marcos Giralt Torrente?

Depende de si estoy escribiendo o no y cuando hablo de “escribir” hablo más bien de escribir lo propio. La vida de un escritor está siempre contaminada de escritura y aunque no esté escribiendo un libro mío estoy escribiendo artículos o con encargos de alguna conferencia. Como ya te he dicho, pueden pasar meses sin que escriba pero cuando lo hago, lo hago con muchísima intensidad y necesito la mayor parte del tiempo. Soy incapaz de leer y procuro rechazar todos los encargos que me hacen porque me contamina. Me es muy difícil recuperar la tensión si interrumpo la escritura para elaborar un artículo o irme a una conferencia. Cuando escribo me convierto (y ahora que soy padre me es más difícil porque tengo que respetar unos horarios y unas tareas ineludibles) en un ser de las cavernas, incapaz de salir de casa y termino comiendo cualquier cosa. Ahora ya no es tan fácil, pero trato de conseguir esa tensión que necesito a la hora de escribir.

¿Trabajas con esquemas?

No creo que haya recetas para esto. Hay escritores que encaran su trabajo de muy distinta manera y eso no tiene la más mínima relevancia pues su obra puede ser buena o mala por otras razones. Yo soy muy anárquico en la distribución de mi tiempo. Hay escritores que se levantan a las nueve a escribir hasta las dos todos los días de su vida pero yo no: puedo pasar meses sin escribir o me siento y escribo y no me levanto hasta que me vence el sueño.
Sí, suelo partir de un esquema muy detallado pero luego en el proceso de escritura modifico ese esquema con entera libertad, acepto los encuentros azarosos que me asaltan por el camino. Cualquier texto, cualquier obra es producto del azar y de la voluntad. Hay cosas no previstas con las que te encuentras por el camino y luego hay cosas que aunque quieras hacer no sabes hacerlas o al revés, cosas que no pensabas que podías hacer y que metido en faena las sacas adelante. Habrá casos excepcionales, pero me cuesta creer que existan obras que se correspondan exactamente a lo que su autor había planificado. 

Recomiéndanos dos libros de cuentos.

Alice Munro es básica. Si tuviese que mencionar cinco autores vivos, mundiales e imprescindibles, mencionaría a Alice Munro sin duda. No se la tiene tanto en cuenta porque desgraciadamente es mujer y desgraciadamente escribe cuentos. Si fuese varón y novelista estaría en boca de todos. Sin duda la mejor cuentista contemporánea.
Por salir del género cuento diría “Missing” de Alberto Fuguet y que curiosamente está emparentado con “Tiempo de vida”, me parece soberbio. Luego también está “Norte” de Edmundo Paz Soldán.

29 septiembre, 2011

Jose, sin acento.

Anoche, sin hacer ruido, se marchó Jose de este mundo para disfrutar de la presencia de Dios, en virtud del sacrificio de Jesús en la cruz. Jose sin acento, Jose invitándome a comer, Jose llegando a la iglesia con su acento malagueño,  de risa constante. Jose quejándose, peleando, Jose de albañil, Jose rugiéndole al Barcelona para que llegara a ser el equipo que es hoy, Jose luchando, Jose decepcionado, Jose sentado a la mesa y levantándose para ponerme un café. Jose.
La enfermedad se le encaramó encima y él le plantó cara, pero llega un momento en el que la existencia dice basta y lo que se soñaba y planificaba salta por los aires para hacerse jirones de pena.
Me habría gustado estar más cerca. Las malditas distancias y sus desafíos. Pero ahora toca salvar esa distancia para estar con Mari que se queda sin su marido, que se queda con el silencio y con la soledad. Maldita ausencia, maldito “hachazo de metrónomo” que diría el poeta Luis Vea García.
Lamentaré siempre haberle alzado la voz a Jose, haberle reprochado aquello, haber alejado mis pasos de los suyos un tiempo que ya no puedo desandar. Pero su corazón, tocado también por la enfermedad, era muy ancho para perdonar, para pasar por encima, para volverse a acercar, para volver a hablar del Barcelona y elogiar una vez más a Messi que se convierte en leyenda y del que él ya no podrá disfrutar.
Perdonad que en estos senderos se metan esta congojas, estas manchas de alquitrán personales en la mirada de esta bitácora pero que más literario que la muerte, que más poético que la tristeza, qué más crítico y reseñable que la ausencia de un ser humano que nadie jamás podrá llenar. Porque las vidas pequeñas han de ser contadas o por lo menos han de ser consignadas en un espacio y que mejor que en un repecho de estos senderos retorcidos.
Quedan la risa, las bromas, las oraciones, los consuelos, las llamadas de atención, la generosidad, el milagro de una vida como la de Jose. Con sus sombras y con todas sus luces me queda el camino recorrido con él en sus circunstancias y en las mías. Caminos andados en silencio o cantando o llorando, pero caminos con él, caminos que se me antojan de los mejores que he recorrido.
Ensayo de la muerte del padre, es lo que me toca con Jose. Cuando sea el mío el que se marche, cuando sea el que me trajo a este mundo el que lo deje para instalarse definitivamente y sin remisión en los recuerdos más grises de mi memoria, veré que escribo.
Tiempo para recordar a Jose, sin acento, tiempo para acentuar su fe, su sentido del humor, sus silencios y sus grandes momentos. El tiempo sigue obstinado su paso y a nosotros nos toca seguir con la convicción de que ya descansa y disfruta de su fe tal y como se lo prometió el Padre.

26 septiembre, 2011

Política contra Cultura


Pensé que estaba leyendo mal pero no. La noticia de la destitución de Vielka Vagas me cayó encima como una maceta desde un quinto piso. O sexto. No me lo podía creer. Tampoco mi mujer Marga Collazo que la conoce por el entusiasmo con el que le hablé de ella después de volver de Panamá el pasado mes de febrero cuando compartimos en más de una ocasión eventos vinculados con la Literatura.
En el conversatorio que tuvimos en Excedra se expuso, salió a dar la cara. Los temas que salieron allí y en público fueron respondidos por Vielka Vargas con solvencia, espíritu conciliador y con la firme convicción de estar haciendo algo de verdad importante. Todos los escritores con los que conversé sobre ella en esos diez días intensos de visita a Panamá, me dieron su visto bueno y expresaron su alegría por tener por fin una interlocutora que hablara nuestra lengua.
Pero es evidente que los entusiastas de la ignorancia, los politiqueros que menoscaban la cultura en nombre de sus radiante falta de conocimiento (por no llamarlo estupidez), hacen de las suyas poniendo en evidencia la profunda necesidad que tenemos en Panamá de políticos que comprenda de una vez por todas qué es la cultura y cómo gestionarla.
Lamento muchísimo este nuevo varapalo que nos llevamos en la ya maltrecha cabeza de la Cultura, en el corazón del quehacer artístico. Nos quedamos con la retina carga de los buenos momentos compartidos con Vielka y con una clara idea de qué es lo que de verdad beneficia a la cultura panameña. La destitución de Vielka Vargas no es más que una prueba más del desprecio por las cosas bien hechas que enferma a la clase política panameña.
Pero las cosas no se van a quedar así. Hemos visto y vemos esta exhibición de insensatez en nombre único del ejercicio del poder. Allá ellos, pero creo que va siendo hora de que los escritores panameños le demos plantón a eso que se llama INAC. Espero oír en los discursos de recepción del Premio Nacional Ricardo Miró una fuerte reprimenda a esta necedad tan grande. Es hora de que la voz se levante y se deje oír clara en cada oportunidad que se tenga delante de un político.
Desde aquí mi más sincero agradecimiento a Vielka Vargas por su gestión, su entusiasmo y su capacidad de ilusionarse. Seguro que ella no dejará de estar allí donde las cosas buenas de la cultura se den. Al que viene detrás de ella cuidado: le ha tocado bailar con la más fea. Y la más peligrosa. Eso espero.

Las Artámilas (Reseña).

Ana María Matute (Barcelona, 1926) no necesita mucha presentación, lo que requiere es que ahora celebremos con ella el triunfo de la fabulación, la fiesta de la ficción, el éxito de ese constante fingimiento verosímil que es la Literatura. “El que no inventa no vive” nos dijo con la voz dulce de una abuela, con un candor que sobrecoge e insta a escribir.
Fondo de Cultura Económica publica, en su Biblioteca de Premios Cervantes, “Las Artámilas” (Fondo de Cultura Económica, 2011), un libro que recoge los relatos que ocurren en este territorio mítico donde se huele lo mejor de la producción de esta dama de las letras.
Artámila es un territorio mítico fundado por Ana María Matute con retazos de la memoria de la infancia, de los veranos y temporadas que por salud vivió en La Rioja, en concreto en el pueblo de Mansilla de la Sierra.  Artámilas hay tres: la Baja, la Alta y la Central. En esos pagos, en esa espesura gris tan parecida, queriendo y sin querer, a la hosca España de postguerra, Ana María da vida a sus mejores ficciones. De Las Artámilas están salpicadas muchas de sus grandes obras y vuelve, con una terquedad de esas que se encuentran bajo la piel de los amantes, para seguir construyendo libro a libro, relato a relato, una territorio que ya forma parte de las grandes joyas de la literatura en español.
En este año de su Cervantes, cuando las celebraciones y homenajes la devuelven a la actualidad nosotros contamos con uno de los mejores textos que se pueden adquirir para asomarnos al universo matutiano con la garantía de que no volveremos a salir. Como ocurrió en su día con otro textos compilatorio (“Casa de juegos Prohibidos”), “Las Artámilas”, os lo garantizamos, raptará a más de uno y más de uno se confesará de ahora en adelante lector de Ana María Matute.
Esta edición impecable de Fondo de Cultura Económica cuenta, para nuestra alegría con una entrevista con la autora. Allí pare que la oímos. Las preguntas son directas y pertinentes y las respuestas tiene la chispa y el desparpajo de un alma que tanto ha visto y vivido. Nos revela aspectos de sus obras, de sus sentimientos, de la maravilla de la memoria y su transformación en literatura. Pero Ana María Matute aseguro que algo que no se le van son los recuerdos de aquel pueblito del que toma retales para construir Las Artámilas.
Son catorce los cuentos que conforman esta antología. “Fiesta al Noroeste” es sin duda una de las cumbres de la literatura de Ana María Matute pero también están “La chusma”, “Caminos” y el excelente “No hacer nada”. Todos ellos gozan de muy buena salud, no se quedan anticuados. El tiempo los confirma como clásicos, los ajusta en su sitio de privilegio entre las grandes lecturas que hay que hacer.
Este año del Cervantes de Ana María Matute conviene regalar un libro como este. La entrevista al final, las palabras de viva voz de la autora reconcilian al lector con este mundo, inspiran, llenan de ganas. Si el que no cuenta no vive Ana María Matute ha vivido de sobra y nos invita a nosotros a hacerlo también aunque solo sea, y no es poca cosa, leyendo.

25 septiembre, 2011

El silencio de los usuarios

La tecnología es esclavizante. Si bien es cierto que libera, evoca, transforma y solivianta tampoco es menos cierto que muchas veces cabrea hasta niveles que rozan el paroxismo, vamos, lo que viene siendo subirse por la paredes de toda la vida.
Y es que he sufrido por un largo periodo de tiempo el castigo de estar sin acceso a Internet y todas sus bondades y desgracias. Mi anterior operador, ese del macro ERE, se olvidó de mis traslado de línea y cuando lo hizo me dijo que me olvidara de mi acceso al ADSL, malditas siglas, y que pidiera otra vez el servicio. Veinte días sumados a la tardanza (quince días), para cambiarme la línea de domicilio. Una locura y más cundo te dicen, casi te juran, que en tres días lo tienes, el acceso digo, a Internet. Mentira y gorda.
El único castigo contra el gigante azul, irte con la competencia que te consuela, te promete el oro y el moro y pone a parir junto a tu corazón desolado a los “malos” que te hicieron daño en tu “ser tecnológico. Claro está que la competencia tardó los veinte días o más de rigor pero al final llega la carta esperada: "pronto te conectaremos a Internet, espera nuestras instrucciones": se me iluminó el rostro y con mentón casi batiente se lo dije a mi mujer Marga Collazo: viene la conexión. Diez días después.
Diez días después porque llamé a preguntar, “oiga ¿y mi acceso a Internet y a mi mundo virtual?” “Perdone, se nos olvidó decirle que ya puede instalar el “router” (que es la pera melonera según un anuncio) que le mandamos”. “¿A dónde?” “A su domicilio”. “¡Mentira!” “¡Qué sí caballero!”… Lo mandaron tres días después, probando al máximo lo poco que de Job y su proverbial paciencia me quedaban en este tema. Pero llegó el día.
Me decidí a instalarlo yo mismo y, como ya es de todos conocido, lo mío con la tecnología es un asunto perdido pero, lo conseguí hace un par de días y aquí estoy de vuelta, con menos megas (la competencia es una birria comparado con los del ERE) pero con posibilidades de seguir en la brecha virtual. Con los meses de permeancia que me veo obligado a guardar creo que no me descolgaré de estos senderos a menos que la vida decida otra cosa. Seguimos pues, anaranjados pero seguimos.

11 junio, 2011

Antes de las jirafas (Reseña II)

De Matías Candeira el mismísimo Mario Vargas Llosa ha dicho que es también “víctima del vicio de escribir” lo cual no deja de ser un indicador de a qué tipo de literatura nos enfrentamos. Páginas de Espuma vuelve a ponernos delante de un escritor que comienza con paso fieme su carrera hacia el dominio de su oficio y es que “Antes de las jirafas” (Páginas de Espuma, 2011) es un libro de cuentos escrito desde las entrañas, desde la búsqueda, desde la precipitación al vacío que se queda en medio de la existencia.
Con una madurez bien encausada Matías Candeira nos ofrece cuentos redondeados con oficio, personajes gestados y capacitados para sobrevivir a cada una de las ficciones. El lector se adentrará en un mundo oscuro y primigenio, justo antes de las jirafas, en los que los héroes abdican, los amantes llevan hasta el borde de la desesperación a su asesino, donde Baltimore es un personaje y hasta los asesinos en serie parecen tener corazón.
Los personajes de estos cuentos buscan volver a centro de sus vidas, se sienten desplazados, y en ese camino de vuelta al centro de sí mismos viven estas historias que conmueven e inquietan a la vez, repletas todas ellas de la luz que nos viene directamente del lado oscuro de las emociones.
Esta excursión por parajes densos y atmósferas sórdidas es un viaje que el lector emprenderá a la dimensión desconocida de sí mismo. Lo inquietante de estos cuentos es que nos podemos encontrar con nosotros mismos en cualquier esquina de ellos y caer en la cuenta de que Matías Candeira se inspiró en nosotros precisamente cuando confeccionó este o aquel relato.
Hay además en esta literatura tan personal mucha ironía y mucho juego. El autor genera discurso, elabora grandes pasajes y espacios de tal manera que el lector disfrute de contenido, de equilibrios ajustados y saltos al vacío bien calculados. En ese juego, quien lee gana, gana en disfrute y en goce literario. La ironía viene del hecho de que Matías extrae de sus fuentes, de su educación sentimental (series de televisión, el Pulp, películas de serie B, toda esa cultura popular, cincuentera y estadounidense) los géneros de los cuales ironiza, dándoles una vuelta más, los tuerce, y de allí saque los escenarios y atmósferas que permiten que los personajes vivan sus acciones de forma coherente con lo que el autor quiere ofrecernos.
Cuentos como “Manhattan Pulp”, donde los héroes renuncian por cansancio de sí mismos o “Noche de bodas”, donde la vida se empeña en jugárnosla sin el más mínimo rubor o “El extraño”, una inquietante metáfora sobre lo que somos y como nos prefiere la gente, contienen una valentía de temas y una estética de esas que se quedan en la memoria.
Un extraordinario descubrimiento “Antes de las jirafas” y sin duda alguna la puesta en órbita de un escritor que dará muchas grandes páginas orbitando alrededor de la dimensión conocida de los grandes oficiantes de la ceremonia del cuento.

Antes de las jirafas (Reseña).

Estamos definitivamente ante un autor que ya tiene bien definido su universo, su oficio y como ejercerlo. Resulta que Matías Candeira (Madrid, 1984) es uno de esos escritores a los cuales la literatura salvó durante la adolescencia para devolvérnoslo con una madurez y sentido de la ficción que invita a disfrutar y a pensar. Parece tópico pero este es uno de esos autores que deleita estéticamente sin renunciar a asombrarnos con cuestiones relativas a los bajos fondos del alma que todos tenemos.
Antes de las jirafas” (Páginas de Espuma, 2011) apunta directamente al lado oscuro, al rincón de la habitación que más nos da miedo. Porque al final el mayor susto que se puede llevar el lector es el de ser él mismo el protagonista de estas pesadillas irónicas, llenas de una poesía visual que alude al trasfondo de la educación audiovisual del escritor madrileño.
Si homenajes y con desparpajo Matías Candeira nos ofrece dieciséis cuentos que transportan al lector atento a paisajes estadounidense, a asesinos en serie, a sueños o pesadillas de las que queremos despertar, o no, al crepúsculo de los héroes. Lleno de alusiones a la cultura popular estadounidense de los cincuenta, el escritor consigue dar una vuelta de tuerca a aquellos textos y películas de su educación sentimental para ponernos delante deliciosas narraciones que se resuelven de forma inteligente y heterodoxa.
Con “Ese señor de allí” mucho cuidado, es una suerte de versión asesina de “El hombre sin atributos” de Musil y ya sabréis porque. Por lo pronto quédense con el título del cuento y cuidado con decir nada del señor ese al que alude el cuento. Una narración redonda y ágil.
Manhattan Pulp”, uno de mis favoritos, ensaya con la renuncia de los héroes, con el crepúsculo de su identidad y del sentido de sus vidas. Peter Parker y el Dr. Octopus juntos como nunca los habíamos imaginado, comunicando una atmósfera triste y densa, apta para sorpresas y súbitos sobresaltos.
En “Jimmy” tenemos un excelente perfil de un psicópata de libro. Los criminólogos no echaran de menos nada y los lectores de cuentos reconocerán el saber hacer de Matías Candeira que mezcal el amor con la sangre, la ternura con la violencia sin dejar de intrigarnos hasta la última línea.
Uno de los cuentos que llega al corazón es “Unos ojos vacíos”. Un padre ausente, fotos, la usencia y la falta de el padre combinados en un texto hermoso, alejado de la cursilería de los sentimentalismos, cercano a una realidad a ras de calle.
Antes de las jirafas” va atrapar a más de uno eso está claro. Tiene la virtud de sorprendernos, de ser espejo que nos devuelve nuestro reflejo deformando pero en el que terriblemente nos reconocemos si lugar a dudas. Atmósferas precisas, personajes convincentes, Matías Candeira ha abierto la caja de Pandora de su escritura y ahora le toca domar a los monstruos, a las sombras, a las ficciones que su universo le traiga. Nosotros estaremos allí, a pie de caja, para no perdernos el espectáculo de una escritura excelente.

Por los Senderos con... Matías Candeira.












Matías Candeira es joven, tiene una mirada inteligente y al momento de estrechar su mano se aclara la voz y va calentando motores para la presentación en Madrid de su último libro de cuentos “Antes de las jirafas”. De conversación torrencial y llena de contenido, Matías tiene claro qué quiere hacer en Literatura y qué camino va a seguir para ello. Nos tomamos un café en la Editorial Páginas de Espuma y nos disponemos a conversar sobre su obra. (Foto: Laura Rosal)

1. ¿Cómo ha influido el cine en tu obra?

Yo he estudiado guión, y aunque se suele decir que el cine te puede influir para peor y hacer la escritura más telegráfica, a mí me ha ayudado mucho en lo que tiene que ver con la estructura y la exactitud. En el guión tienes que ser muy exacto ya que se trata de un manual de trabajo para otra persona. A la hora de escribir este concepto me ayuda sobre todo en lo estructural y en la parte visual también. Pero yo me considero definitivamente más escritor que guionista, me interesa todo lo que puede se puede levantar con el lenguaje, o con las fallas del lenguaje, y que una imagen no consigue, lo que solo se logra con la palabra.

2. ¿Cómo empieza a gestarse Antes de las jirafas?

El libro nace cuando me doy cuenta de que las cosas que estaba escribiendo orbitaban entorno a un tema fundamental para mí y que yo experimenté sobre todo en mi adolescencia: el sentimiento de estar desplazado del centro de la propia existencia. Los textos sobre los que estaba trabajando hablaban sobre hombres y mujeres que se sienten desplazados del centro de sus vidas ya sea porque no se entienden con sus parejas, porque no consiguen encajar socialmente o porque no se encuentran a sí mismos. De allí también el concepto de “Antes de las jirafas” ¿Qué había antes de las jirafas? pues los monstruos, las creaturas sin forma definida, lo ambiguo, la oscuridad y también remite a ese origen feliz de esos monstruos, asesinos y gentes desubicadas. Nació un poco por eso.
Luego me di cuenta también de que me interesaba, quizás por mi educación audiovisual, que es lo que te puede dar la Literatura y los referentes literarios (en este caso Fresán, Kafka, Fogwill, Ballard, Monzó), al combinarlos con conceptos de la cultura popular que a mí me gustan por ser parte de mi educación sentimental: las películas de Serie B, el Pulp, las revistas de género de los años 50, sobre todo estadounidenses e inglesas que tienen una potencia metafórica muy grande.
“Antes de las jirafas” tiene mucho de esos contenidos pero en ningún caso quiere ser un homenaje a esa cultura popular porque el homenaje siempre tiene algo de decepcionante y siempre es peor que el original. Es más bien una rescritura desde un punto de vista muy irónico. Muchos de los cuentos del libro lo que buscan es esa reconciliación con estos géneros desde el punto de vista de la distancia irónica. Los asesinos en serie, “A sangre fría”, “Dexter” o “Retrato de un asesino”… se ven despojados en estos cuentos de su brillo y solemnidad por unos narradores que se ríen de ese artefacto genérico poniéndolo a nivel de suelo, respetándolo pero sin tomárselo en serio.

3. La mayoría de las ficciones ocurren en Estados Unidos…

Hay un fondo estadounidense sobre todo porque los referentes vienen de allí y de esa cultura. Pero como dije, no es un homenaje y creo que no tendría sentido que yo recreara perfectamente un universo norteamericano, sería de cartón piedra. Lo que ocurre en “Antes de las jirafas” es que las referencias a la cultura estadounidense, que son muchas, están tratadas desde el punto de vista de la ironía. Por ejemplo, Baltimore es una constante en el libro y aunque no transcurra en Baltimore la gente la menciona y no puedes decir Baltimore sin que suene rimbombante. Es como en “The Wire”, donde Baltimore es un personaje más de la serie. Quise que en mis ficciones se hablara constantemente de Baltimore aunque allí no ocurran la mayoría de ellas.

4. En “¿Qué tal cariño?” hay una guiño a la película King Kong…

Es un cuento muy irónico y muy divertido. Resulta que una familia va por la selva y el padre es una especie de señor muy estirado que quiere que todo funcione perfectamente como si fuera un reloj pero, ya se sabe, la vida no es así. Su mujer se levanta y les dice a sus dos hijos gordos y a este señor que no los aguanta más y que quiere una vida. El padre se pregunta “¿qué voy a hacer ahora?” y esto nos lleva al tema del sentimiento de desplazamiento y desarraigo del que hablamos antes. Luego aparece un trasunto de King Kong (pero del King Kong en blanco y negro, que me parece una maravilla) que se lleva a su mujer. El chillido final es la parte que más me gusta del cuento, es un chillido aterrador que le obliga a este señor a coger un palo y atrincherase con sus hijos pero resulta que no es King Kong el que chilla… Uno cree que conoce a alguien pero no es así, cosa que nos ocurre a la mayoría de las personas, lo cual creo que está bien, así no nos aburrimos tan rápido.

5. ¿Te atreves a articular una poética del cuento?

No sé si es una poética pero me interesan cada vez más los cuentos, que no es que funcionen, sino que están en un impasse entre funcionar y no funcionar. Concibo el cuento como un organismo vivo y como tal tiene partes fallidas, grietas, desfallecimientos… me interesa cada vez más la escritura que no se propone a sí misma como escritura y no tiene una función definida sino que genera texto, genera discurso, y a través de él uno se reconcilia con ella, la detesta. Me interesa cada vez más una escritura que tiene partes confusas, crípticas, que no entendemos. Me parece sano que la literatura sea una especie de explosión y encuentro, que sea una expresión del error, de la diferencia, de la descompensación del lenguaje, de la disonancia. No tiene que sonar bien, tiene que generar inquietud y no necesariamente tiene que ver con la clásica búsqueda de la historia oculta y la visible. Que todos los cuentos tengan una falla, una grieta, algo que no encaje del todo. Me interesa es tipo de literatura porque es la que me genera cuestiones.

6. En “Manhattan Pulp” hay una suerte de renuncia de los héroes…

Se trata de una reescritura de Peter Parker y el Dr. Octopus a través de los códigos de la Marvel. No es tanto un cuento de ellos sino con ellos. Podríamos hablar de las habilidades de Peter Parker y de sus súper poderes pero he querido presentar a los héroes como seres crepusculares, acabados, que están hartos de sí mismos, de lo que generan, de no poder ser normales. Ha muerto su propio personaje y ya no encuentra sentido a su vida. Muere lo que representa, que ni siquiera es verdadero. Resulta más interesante lo que a Peter Parker le pasa en la cama que cómo Pelea con el Duende Verde y esquiva las calabazas que explotan…

7. En “Noche de bodas” veo un constante darse contra la pared, lo que nos va a pasar nos va a pasar…

Me he dado cuenta después que este cuento tiene un poco esa cosa de los sueños, de cómo funciona la vida a veces, que cuando quieres algo te tropiezas constantemente con una valla. Cuando el personaje se lleva a la mujer y al amante es como si se estuviera viendo a sí mismo, a su gemelo malvado, e intenta alcanzarles, tocarles pero no llega, está fuera de la esfera de su propia vida. Me gusta colocar a los personajes al límite, en un punto en el cual ya no puedan solucionar nada para quedarse a merced de las circunstancias que lo rodean. Al final, cuando pensaba que nada podía ir peor, el cuento le da el golpe final.

8. ¿Disfrutas escribiendo o eres de esos escritores que sufren lo indecible?

Creo que depende de la historia. “Antes de las jirafas” sí que es verdad que tiene un punto de vista poco halagüeño. Los personajes cuentan sus historias desde fuera del centro de sus vidas con el deseo de volver a ese centro que les pertenece y esa disonancia, ese viaje de vuelta, les hace sentir muy infelices. A pesar de eso, creo que es un libro que invita a pasárselo bien, no con esta idea de evadirse, son historias poco complacientes, pero también tienen esa distancia de no querer hacer de la literatura una cosa solemne. No quiero escribir libros malos pero una vez bien escritos ¿por qué no hacer que tengan un enfoque que nos haga disfrutar y que nos hagan estar inquietos?

9. Recomiéndanos dos libros y dos películas.

Yo recomendaría “El fondo del cielo”, de Rodrigo Fresán. Me siento en deuda con él por la filosofía esta que el comentaba: “este es un libro con ciencia ficción y no de ciencia ficción”. Y “Tiempo de vida” de Marcos Giralt Torrente. Un libro inteligentísimo y muy bien escrito.
Películas: “El increíble hombre menguante” De Jack Arnold, de la antiguas y “Hoy empieza todo” de Bertrand Tavernier.

06 junio, 2011

Y en Papel en blanco... Miedo blanco.

No, no se equivocan de página: esta no es una web de deportes de invierno por muy blanca que sea la página y por mucho blanco que tenga el título de este artículo. Tranquilos. Ya decía Alfonso Ussía en el segundo tomo de ‘El tratado de la buenas maneras’ que lo de esquiar puede resultar ser un pelín hortera y cursi. Eso decía él.
Pero al igual que uno que se tira con esquíes por una pendiente blanca, con esa misma locura se lanza el escritor sobre la página en blanco. Y no nos pongamos tiquismiquis con el color: si la pantalla fuera verde pistacho, azul cobalto o rosa chicle, la sensación sería la misma: blanco vacío, vértigo blanco. Arrancar no es fácil, ni para esquiar ni para escribir.
Por eso, los que quieran comenzar a escribir tienen que aprender esto primero: la literatura es un desafío y es hija de la victoria del buen oficio contra la nada, contra el no ser, contra la inexistencia. Porque nada de lo que escribimos es cierto y ciertamente nada de ello será nunca verdad, aunque te compren los derechos de tu novela para hacer una película. LEER MÁS

El juego del mono (Reseña)

Todos tenemos que descender en esta vida, en algún momento, a los infiernos. Todos nos iremos un día de cabeza al subsuelo de nuestra existencia a tomar apuntes para traerlos a la superficie y asumir esa escritura como una catarsis, como una suerte de liberación del espíritu o tal vez un encadenamiento de la memoria, un ancla en el recuerdo para que no olvidemos, en nuestro andar por esta Tierra, de qué subterráneas alienaciones venimos.
Esta es la historia de un profesor de Lengua, Montenegro, apellido oscuro y metafórico, cargado de simbolismo y soledad, y su descenso a su subsuelo vital. Destinado como profesor de Instituto en La Línea de la Concepción, alquila una casa cerca de Gibraltar. Montenegro descubre el sótano y en él, un manuscrito que recoge la experiencia de un hombre que estuvo allí mismo secuestrado por una mujer misteriosa que se hacía acompañar de un mono. A partir de aquí, la vida del profesor Montenegro se precipita al sótano de forma obsesiva, al subsuelo de su existencia en busca de sí mismo.
La mujer del manuscrito es una suerte de Beatriz a la inversa, que lleva a los infiernos al hombre contradiciendo de frete al mismísimo Dante y su divina comedia, que en el caso de Montenegro más que comedia es una ironía. Obligado a escribir por la secuestradora el hombre, escritor forzoso que luego sufre un “síndrome de Estocolmo literario”, consigna su historia y su propia búsqueda.
Ernesto Pérez Zúñiga (Madrid, 1971) con un preciso preciosismo, con los dotes de un potente poeta constructor de imágenes y del novelista urdidor de tramas y sub tramas como en un perfecto laberinto borgeano, escribe “El juego del mono”(Alianza Editorial, 2011), donde nos sumerge en el subsuelo de la existencia de este profesor que, aparte de arrastrarnos a sus infiernos, nos lleva de la mano de la literatura, verdadero asidero para intentar resolver sin ser absorbidos por la locura, hacia la explicación de la propia realidad de Montenegro y su búsqueda de resolución del misterio del secuestrado y su manuscrito.
Para los que nos hayan leído nada de Ernesto Pérez Zúñiga he aquí la mejor puerta a su personal universo.“El juego del mono” contiene momentos poéticos (sin poemas formales), acertados relatos cortos, una novela dentro de otra (el texto del secuestrado) pero sobre todas las cosas y todas la mencionadas, en su conjunto contiene literatura que se queda, que te mancha la memoria con tinta de la que no se borra, literatura que empapa la vida y te produce secuelas benignas. Porque esta novela es de esas que no pasará de largo, volveremos a ella sin duda alguna para sumergirnos en una historia que todos habremos de vivir tarde o temprano.
Un juego de espejos en el que Montenegro, personaje de esos que te cae bien a fuerza de estarse destruyendo, se quiere ver reflejado en la vida del autor del manuscrito y su misteriosa secuestradora, desea reproducir en un momento la situación de aquellos, se obsesiona a tal punto que el misterio del sótano saca de él todo el oscuro veneno que lo corroe. Al final, solo la literatura puede redimirle, quizá, de su destino, de sí mismo, de lo que le rodea.
Un viaje auto destructivo en cuyo recorrido el protagonista no viaja solo: junto con el lector Montenegro recorre la agonía de la creación literaria, la búsqueda de cierta catarsis por medio de ella, su identificación con personajes de una ficción que parece cierta. Una historia en la que personajes y libros, auto ficción y metaliteratura convergen en un punto de la vida para parir una historia que produce vértigo y que arrebata al lector hacia su más profundo sentido de la vida y de la Literatura.

25 mayo, 2011

Y en Papel en blanco... Retratos y encuentros.

Para los que aman las letras, para los que quieren seguir leyendo historias, para los viejos y los nuevos escritores, para los de allá y para los de acá, para nosotros, para todos, incluso para los que no les gusta demasiado esto de las letras, la editorial Alfaguara pone en nuestras manos una rica selección de los mejores reportajes de no ficción que revolucionaron los cimientos del periodismo moderno. Su autor Gay Talese (New Jersey, 1932) es considerado junto a Tom Wolf como uno de los pioneros de lo que se ha llamado Nuevo Periodismo.

Con Retratos y encuentros (Alfaguara, 2010) podemos comenzar a adentrarnos en el universo de un maestro en el arte de convertir un frío reportaje o una gris entrevista en casi una historia, en un cuento. Porque la obra de Talese trasciende lo efímero del artículo y de la crónica para convertirse en literatura que no pasa de moda, en lugares a los que peregrinar de cuando en cuando. LEER MÁS.

20 mayo, 2011

Las grandes familias III: Cita en los infiernos (Reseña)

La palabra que define de manera precisa la última entrega de la saga “Las grandes familias III: Cita en los infiernos” (Libros del Asteroide, 2010), es irremediablemente decadencia. Maurice Druon (Francia, 1918-2009) cierra su ambiciosa trilogía de manera brillante dando respuesta a los grandes misterios de estas familias de entre guerras, grandes en su condición de paradigmas de una sociedad que vivió una quimera que le llevó puntual y directamente a su cita en el infierno de la Segunda Guerra Mundial.
Los hermosos Marie-Ange y Jean-Nöel Schoudler, rabiosamente jóvenes y hermosos, herederos del abolengo de sus apellidos, se presentan en sociedad en medio de un baile de máscaras que no es ni más ni menos que una metáfora de la realidad de entonces, la una sociedad vanidosa y enferma de una ilusión que no tardara en saltar por los aires.
Es la juventud la que paga los tributos de las grandes malas decisiones del pasado aparte de haber aprendido ambos, Marie-Ange y Jean-Nöel, a tomar malas decisiones como sus ascendientes, a no gestionar de manera positiva sus activos morales hasta verse instalados de la mano de un brillantemente ambiguo e intrigante personaje, Lord Pemrose, a las puertas mismas de la decadencia.
Druon, retratista de una clase social instalada en el poder, sabe llevar el ritmo de ese “lento disgregar hacia la ruina” de un modo lúcido y de una arrogante maestría que nos deja una huella a seguir dentro del arte de escribir novelas. Los jóvenes Schoudler se ven empujados por sus circunstancias, y la citada mala gestión de sus activos, a suscribir una vida que resuelve ofrecerle poco por mucho, que les separa, minando su fuerza ante los envites, y que les postra en la lona del ring de la historia devolviéndonos como en un espejo la imagen siempre triste de quienes parecían tenerlo todo pero que no supieron retenerlo.
Revelador y traumático resulta el momento en el que Jean-Nöel vuelve de Venecia (de vivir con “Las tres abejas” y experimentar tantos misterios gozosos y la pérdida de un amigo) y tiene que alistarse en el ejército. La visión de la decadencia tanto de burgueses como de obreros como el hecho de compartir la misma cola para reclutamiento como borregos que recibieron la misma orden dando al traste con años de enseñanza del pudor y la decencia: desnúdese. La vergüenza y la ignominia terminan en manos del omnipresente y mutante superviviente que es Simon Lachaume y que le convierte en su chófer.
Novela costumbrista a ratos y más corta que las anteriores (304 páginas), “Cita en los infiernos”es una lección, no de moral, no de cómo vivir, sino de cómo todo lo que sube baja, de cómo la física elemental, hasta en esto del poder, se cumple de forma irremediable aunque paulatina.
Maurice Druon cierra esta brillante trilogía con la que es para mí la mejor de las tres entregas. Plástica, versátil y aleccionadora. “Cita en los infiernos” es definitivamente una hermosa obra maestra. Busquen la historia de las tres abejas y el entierro al final, brillante, hermoso y conmovedor a pesar de las ruindades y de la decadencia, a pesar de toda esa sublime basura arrogante y perversa.