13 febrero, 2010

Por los senderos con... Myriam Chirousse


Myriam Chirousse (Francia, 1973), nos concede esta entrevista en Madrid en la que hablamos de su primera novela “Vino y Miel” (Alfaguara, 2009). Traductora de profesión desde 2004, tradujo “Historia del Rey Transparente” de Rosa Montero al francés. Heredó el español como lengua de un padre viajero por Suramérica y ya tiene ideas para la que será su segunda novela.

1. ¿Cómo nació “Vino y miel”?

Al ser mi primera novela no me di cuenta. Un día algo emerge de las sombras de la imaginación. De alguna parte de mí, de algo del inconsciente. Surge poco a poco. Tardé muchísimo en escribirla y sobre todo en concebirla. Escribir el texto tal como está fueron unos cuatro años pero concibiéndola, todo el universo casi quince. Cuando digo esto hay meses e incluso algunos años en que no he escrito pero aun así sigue existiendo, sigue creciendo. No sé de donde vienen las novelas, por qué se imponen con tanta fuerza.
Yo pensaba que era una novela muy larga, muy arriesgada para una primera novela. Yo comencé escribiendo cuentos para niños y pensé en comenzar con una novela más pequeña y asequible y luego cuando me publicaran podría permitirme algo más grande y lo intenté, empecé a escribirlas pero no funcionaron, la novela se mantenía, “quiero vivir” como el arranque de la novela.

2. ¿Y por qué aquella época, el final del Absolutismo y el inicio de la República pasando por la Revolución francesa?

La historia es muy actual, podría ocurrir en cualquier época. Cuando comencé a concebir la novela, por el año 1989, en Francia era el bicentenario de la Revolución francesa. Ya tenía el germen de los personajes y me fascinaba lo que se decía alrededor. Se hablaba mucho de aquella época, incluso presentaban el telediario vestidos como entonces. Me gustaba mucho el ambiente de aquella época. Pasar del Absolutismo a un sistema como el de la República, ese tránsito, me servía para representar el paso de mis personajes de la infancia a la madurez. El absolutismo corresponde para mis personajes con su infancia y la República con su edad adulta.

3. Las máquinas forman parte de la novela: Guillaume de Salerac inventa, entre otros artilugios, un globo aerostático, el padre de Charles, el Conde Etienne de l’Eperay tiene unos autómatas y luego vemos el invento por excelencia, la guillotina. ¿Qué representan?

Me gustan y las tres representan algo. El globo, es cierto que en ese año, 1788, fue el primer viaje en globo aerostático. Siendo Judith muy vitalista este representa su capacidad de ir a cualquier parte incluso volar. Es vitalista, tiene un amor a la vida tremendo, puede volar si quiere, lo pasa mal, sufre, pero ama la vida, ama el amor. El globo es su búsqueda de algo mejor, más alto. La guillotina en cambio representa el terror, parte del terror que lleva Charles dentro, la venganza. No puede superar sus demonios de otra manera que cortando, cortando en la carne. El globo es una manera de superar las cosas hacia arriba hacia la vida, la guillotina hacia abajo cortando, dañando. Los autómatas son versiones mecánicas de los humanos que hacen lo mismo siempre. El Conde también tiene sus cicatrices, ha sido criado de esta manera, con mucha violencia y repite como un autómata lo mismo que en su pasado. Son su espejo, le representan.

4. ¿Te gusta que la novela se defina como un drama romántico o como neo romanticismo?

Pues no lo sé. Sería romántica en el sentido literario del siglo XIX, que contiene sentimientos totales, la búsqueda de sueños. Neo romántica en el sentido de ser heredera del XIX sí. No es una novela realista ni costumbrista, es una novela de grandes sentimientos y pasiones.

5. ¿Es Judith una heroína moderna?

Es ella la que mantiene a la familia, la que la salva. Charles no se atreve a sentir. Al principio va vestido como hijo del Conde, con una máscara en una comedia. Charles vive en su oscuridad pero en él hay un despertar que le brinda Judith. Son complementarios. A lo mejor Charles también puede subir a un globo como Judith y vivir otra cosa. Al final queda la esperanza de vivir otra cosa.

6. Hay suficiente difusión de escritores españoles en Francia.

No mucho la verdad. Como en todas partes hay muchos ingleses y americanos aparte de los franceses. Hay editoriales que están traduciendo a los españoles y latinoamericanos. Yo lo lamento mucho siendo traductora. Me gustaría servir de puente. Yo traduje a Rosa Montero, “Historia del Rey transparente” y también “Instrucciones para salvar el mundo”.

7. ¿Cómo llegaste al español como traductora?

Tenía una profesora en el instituto que enseñaba español, era española y hablaba de su tierra con mucha ternura. Además mi padre en los setentas viajó por Sudamérica haciendo música con una banda un poco hippie y me crié con esas canciones en español. Luego vine a vivir a Madrid en el 2000.

Myriam Chirousse está satisfecha con el trabajo de traducción de José Luis López Muñoz y nos contó que se quedó muy impresionada la primera vez que leyó las primeras páginas de la traducción al español: estaba en shock, era su novela en otras palabras, una sensación nueva para ella siendo escritora y traductora. También nos habló de qué irá su segunda novela pero por ahora le guardaremos el secreto.

Vino y miel (Reseña)

¿Quiénes somos? Es la básica y primera pregunta de las famosas cuestiones fundamentales es a la que responde la primera novela de Myriam Chirousse (Cagnes-sur-mer, Francia, 1973) “Vino y miel” (Alfaguara, 2009) y que está llamada a ser uno de los descubrimientos de este año. Con la Revolución francesa como fondo y el tránsito de esta a la República, la autora pinta unos personajes que buscan su identidad y con los cuales la vida no ha sido nada generosa ¿o sí?
“Vino y miel” es una novela de equilibrios emocionales a modo de novela de intriga en la que cada gesto, cada palabra o latido del corazón es una pista que nos lleva hacia adelante en la historia. La construcción de la novela necesita del absoluto desconocimiento del lector de ciertas claves de la misma para poder disfrutarla. Esto, que parece reiterado y natural de cualquier novela, es absolutamente necesario en esta y no sólo por descubrir el final de ella sino porque cada momento de intensidad emocional que nos hace vivir esta obra requiere que nos enfrentemos a ella sin los pudores y sobresaltos de un conocimiento previo.
La época convulsa y de cambios en la que están construidos los personajes de Charles de l’Eperay y Judith de Monterland es analogía y metáfora a un tiempo de su propia transición de la niñez a la edad adulta. Sus orígenes, sus destinos y el camino entre ellos hacen que sus vidas sean una constante lucha por saber quiénes son, cual es su lugar en el mundo.
Estas dos búsquedas se encuentran y dan paso a una pasión no exenta de desgarros emocionales, daños a terceros y tristezas que se van paliando con lecturas, amistad y ternura aunque el amor entre Charles y Judith no será fácil. ¿Cuánto durará su búsqueda? ¿Podrán amarse finalmente?
Myriam Chirousse pone la voz narrativa en el vientre materno, en un narrador no nacido que conoce la historia (¿quién será?) llenándonos con una voz lejana y conocida que también es búsqueda de la identidad, que es de alguna forma responsable de mostrarnos con detalle las vidas de estos amantes tan distintos y complementarios a la vez. Un narrador que dosifica los secretos, que mantiene la intriga, que nos somete a su rigurosa entrega por gotas de una trama que nos lleva al corazón de la vida.
Personajes bien trabados, llenos de pasión y ternura, vivos, sobre todo vivos y bien mezclados dentro de una historia tan cercana al corazón forman parte del secreto del acierto narrativo de esta primera novela que ha de consagrar a Myriam Chirousse como una voz literaria a seguir en Francia y aquí en España.
Como Rosa Montero nos sumamos a esa envidia que nos dan los que vayan a leerla por primera vez porque lo que van a experimentar es irrepetible. Gozaran de una lectura subyugante y terminaran pidiendo más o aplaudiendo en una cafetería o en el metro. “Vino y Miel” os dejará un regusto agridulce en el paladar emocional, despertará en vosotros la ternura y os reconciliará con lo hermoso en literatura.

07 febrero, 2010

Matar en Barcelona (Reseña)

Ya lo decía Thomas de Quincey: el asesinato puede ser considerado como una de las bellas artes y en esta afirmación, creednos, no buscamos justificar que nadie mate a nadie, faltaría más, aunque, dicho sea de paso, la criminología siempre nos ha parecido una ciencia de las más fascinantes.
Con esa estética de fondo se ha perpetrado esta maravillosa colección de relatos “Matar en Barcelona” (Alpha Decay, 2009) que ensaya convertir en literatura crímenes ocurridos en Barcelona, incluso los más cercanos en el tiempo. Construido sobre una idea de Jordi Corominas i Julián y Ana S. Pareja los han pedido a grandes cuentistas y a otros que no lo son para que transformaran los crímenes en literatura el resultado es un muy excelente nivel técnico y un verdadero derroche de imaginación y creatividad a la hora de trabajar sobre los hechos. Destacamos tres de los doce: “Festival de las luces” de Javier Calvo cuya máxima virtud está en la construcción de la atmósfera de la Casa de la Bruja, agobiante y asfixiante y que va resolviéndose por fragmentos como si de una memoria gráfica se tratara. Luego está “Control” de un Manuel Vilas en plena efervescencia de su creatividad situando los hechos del crimen de… (pasen y descubran, hagan sus pesquisas), en el futuro más lejano, con personajes posibles de ayer y de mañana. Un relato muy visual y sugerente que se sostiene con imágenes reales de los hechos. También tenemos el excelente “Nuestras hijas” de Elena Medel en el cual la construcción de las escenas que exponen las psicología de criminal (no vamos a dar pistas del tipo de delincuente) y víctima hacen de éste un trabajo de construcción de perfiles muy destacable.
La fuerza de esta antología está en el hecho de que los autores no se han ceñido a los hechos, los han torcido, los has situado en el futuro, los han convertido en góticos y fantásticos. Muestran que lo que de verdad ha de mover el género negro es la psicología del asesino, el personaje que pone patas arriba la vida de las víctimas y familiares y de la policía que trata de resolver los crímenes.
Vistos en su conjunto los cuentos de “Matar en Barcelona” son una lectura altamente recomendable no solo para los amantes del género d sino de todos aquellos que quieran aprender cómo se elaboran personajes con una psicología compleja.
La nómina de cuentistas conocidos y noveles da una buena pista sobre el camino que está siguiendo el género en nuestro medio. Son perspectivas distintas, enfoques técnicos diferentes y hasta diríamos, con tiento y mucha cautela, concepciones encontradas de lo que es el género cuento en general y lo que es el cuento “negro” en particular.
“Matar en Barcelona” es una iniciativa que debería cundir en todas la comunidades autónomas y que definitivamente “Alpha Decay” tiene que emprender. El trabajo sería una completísima radiografía del crimen español y sobre todo de las pasiones que subyacen en cada una de ellos. Serán libros que dejen perfectamente sentada una sola verdad: que nuestros cuentistas son de los mejores y que el género cuento nos es un cadáver y menos un caso que tengamos que resolver.

06 febrero, 2010

Cinefilia congénita III

Otros cines otras películas. La cinefilia se convirtió en enfermedad a medida que fui creciendo. Pero en esos días adolescentes el cine había que disfrutarlo en pareja o en grupo y como de novias no íbamos bien, decidimos ir en grupo muchas veces. Una de las sesiones que más disfruté fue en el cine América 1, películas para todos los públicos, cuando se estrenó Rocky IV. Aquella pelea la vivimos en el cine de pie, cantando cada golpe de Rocky sobre Iván Drago hasta que comió lona y gritamos y nos abrazamos como si hubiese ganado el mismísimo Roberto Durán. Pero el cine América 2, películas para adultos, mostraba con recato absurdo escenas de las chicas de la película en los carteles que la publicitaban. El recato absurdo lo ponían sobre las fotos de las chicas en forma de estrellitas que cubrían los pechos. Aun así, a “ciertas” edades, esa publicidad despertaba en nosotros “cierta” alegría. Lo mismo hacíamos pero con más descaro en el Cinema Arte que estaba en el Edificio Hatillo, cerca de la librería Menéndez. Desde la “Cuchilla” de Calidonia partían las expediciones hasta allí.
Pero eso duraba hasta que, llegada la Semana Santa los cines daban películas “de Dios” y las salas se santificaban por obra y gracia del celuloide. Así, vi la súper producción de Franco Zeffirelli “Jesús de Nazaret” de la cual el escritor Anthony Burgess (La naranja mecánica) fue coguionista. Todo un lujo a parte del maravilloso reparto, uno de los mejores del cine y una de las mejores versiones sobre la vida de Jesús junto al “Evangelio según San Mateo” de Passolini. La vi en el Teatro Central y recuerdo que me llevé un jacket por el frío que hacía en ese cine. Menos mal porque la película es larguísima. En el Cine Lux vi también una semana Santa una película sobre el Sudario de Turín que me intrigó hasta hoy y en el presidente solían dar “Los diez Mandamientos”, que nunca vi en el cine y que mi madre recuerda con admiración por la impresionante escena de la apertura del Mar Rojo. Vista en el cine supongo que impresionará pero miren ustedes (los que la vieron en el cine) cómo han cambiado los efectos especiales.
En el Autocine, creo que en el de detrás del Artes y Oficios o en el Olímpico vi “Súper agente 86 contra la bomba que desnuda”, escrita en parte por un Mel Brooks que descubrí luego en “La loca historia del mundo” y en “Qué asco de vida” que vi si no recuerdo mal en el Cine Obarrio. Las noches en el carro y viendo aquella gran pantalla con la familia son recuerdos de un Panamá que se fue cuando la tecnología y el tiempo fueron dejando atrás esa forma romántica y feliz de vivir. Pero el cine seguía creciendo en mí y me empujaba a cederle más terreno en mi vida, nada podía hacer, era congénito, Palita y mi abuela Chela me lo había pegado vía genes.
Pero el más caótico de mis días de cine lo viví en estreno de “La Guerra de las Galaxias, El imperio contraataca”. Fuimos con mi mamá al Plaza y la fila era interminable. Pero al abrirse las puertas hubo una estampida que casi hace que los cristales de las puestas se rompieran. Vivimos momentos de pánico pero al final entramos y valió la pena. Es la mejor de todas las películas de la saga con diferencia. Recuerdo desde ese día la lucha con las espadas láser entre Luke y Darth Vader que se convirtió en uno de los primeros malos del cine que me gustó.
Al final, la vida es como una película. Una recuerda como me pasa en estos artículos para adelante para atrás, dando saltos en el tiempo. Y la vida la va uno recordando así, a veces acción, otras drama romance o terror. Para mí, como para mi amigo Guillermo Cabrera Infante “el cine es una lección moral a 24 fotogramas por segundo”. Allí ante la pantalla de plata y en la oscuridad podemos vivir otras vidas, reírnos llorar o pasar miedo. La geografía de Panamá ha cambiado a golpe de irse cerrando o cambiando los cines que nunca dejarán de ser obsoletos por mucha tecnología que nos impongan. En esa oscuridad, como por la noche cuando dormimos, podemos soñar y eso es el cine al fin y al cabo: una fábrica de sueños.