13 enero, 2010

Señales que precederán al fin del mundo (Reseña)

Una misión: encontrar en territorio extranjero al hermano que emigró y darle un recado. La elegida, una mujer joven, de carácter firme que no se dejará intimidar. Un territorio: México. Por delante nueve jornadas míticas y el encuentro con una serie de personajes y vicisitudes que no la dejarán indiferente ni a ella ni a nosotros que la acompañamos a lo largo de ellas.
Un descubrimiento. Eso será para los lectores “Señales que precederán al fin del mundo”, la segunda novela que publica el mexicano Yuri Herrera (México, 1970) en Editorial Periférica (2009), un acierto que la coloca como ya es habitual en la órbita de las editoriales que están apostando por literatura de calidad a ambos lados del charco. Y confirma el buen hacer de este escritor preciso y dueño de una muy particular manera de contar.

Novela de precisión, de trabajo detallado con el habla mexicana de la frontera con Estados Unidos, Herrera nos pone en la piel de Makina, una joven que sale al encuentro de su destino en el camino de cumplir una misión: encontrar a su hermano que se marchó a tierra extranjera en busca de una vida mejor.
Como estructura que soporta la trama el autor utiliza las nueve jornadas mitológicas en las que nuestra heroína va sorteando las más diversas pruebas y va venciéndose a sí misma y a las circunstancias para lograr su objetivo. Un viaje hacia el desarrollo, hacia “lo mejor” que resultará, lean la novela, una cosa muy distinta a la que desea Markina.
Esta es una novela que convierte a esta parte de México y a su gente en un territorio mítico, con sus dioses y sus demonios, con sus jornadas en el infierno y con sus luchas por la propia vida y de la de los que se quiere: un territorio que juega a ser ficción cuando es pura realidad.


El personaje de Makina es dibujado sobre un paisaje que no le da tregua. En cada jornada vemos a esta mujer joven ir hacia adelante, enfrentarse con cualquiera, la vemos pensándose, resolviéndose a sí misma y a la misión que se le encomendó. Herrera construye a su heroína con pinceladas precisa que iluminan el texto con imágenes concretas y rotundas que convocan imágenes y sentimientos.
En esta novela hay sobre muchos de los grandes momentos que tiene uno en concreto que prende una luz de esperanza. En una escena lo que salva a un grupo de inmigrantes de las garras de los policías fronterizos es única y exclusivamente saber leer, saber escribir. Un momento clave del libro, un momento para parar la lectura y pensar. Háganlo.
La manera de narrar de Yuri Herrera vence la aparente brevedad del texto, son apenas 123 páginas, con una densidad en la trama y con un lenguaje sencillo y exacto (esto parece mentira pero es así), que nos da la impresión de que llevamos leídas muchas más páginas de las que en realidad son. Este artificio formal es el que agiganta “Señales que precederán al fin del mundo” y a un autor que dará mucho de qué hablar en sucesivas novelas.

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