09 septiembre, 2009

Entre luz y oscuridad (Reseña)

Las cosas pequeñas, esas que casi despreciamos con nuestra indiferencia, esas que tejen la realidad, son las que inspiran la poesía de Harry Martinson (Suecia, 1904-1974) Premio Nobel de Literatura en 1974 y que en su poema “Elegí cantar a las cosas pequeñas” (publicado póstumamente) nos ofrece una especie de poética que resume su motivación artística.
Me sorprende esta sencillez poética. No son los sentimientos el único motivo para escribir. Martinson demuestra que son las pequeñas cosas de la vida (un río, una gota, una mariposa) las que generan las emociones que nos llevan hasta la poesía. Su posición artística parte del hecho de que las grandes emociones poéticas nacen de la sencillez que nos rodea, que se sostienen en ellas.
Hijo de una familia destrozada, el joven Martinson termina siendo marinero, viaja, respira mundo, se llena las pupilas y la mente del universo. Nómada por años, termina volviendo a tierra donde no sólo escribe sino que también pinta. Al principio se mantiene vendiendo sus poemas a revistas y viviendo en una tienda de campaña a las afueras de Estocolmo.
Esta edición que Nórdica Libros pone en manos del lector español es una amplia selección de la obra de Martinson que viene acompañada con un excelente prólogo que nos introduce en los aspectos más destacados de la vida del poeta sueco y en su obra. El trabajo editorial de Francisco J. Uriz, que es además el traductor, es toda una lección de buen hacer. Los lectores españoles estamos de enhorabuena por este acierto editorial que nos pone en las manos una obra poética que no debemos dejar de considerar.
Este no es un libro para leerse de una sentada: necesita su proceso, su digestión. Necesita de parte del que lo lee la paciencia del que mira por un microscopio o por un telescopio. La vida nos asalta en los pliegues de cada verso, si doblamos la esquina de un poema nos sorprende una nueva emoción contenida en una hoja de otoño o en una montaña. Este libro contiene la emoción de las cosas pequeñas.
Martinson consigue dar vida a las emociones dormidas en el corazón del hombre moderno sólo con señalarle con palabras las cosas que le rodean logrando así despertar su lado reflexivo. La obra de Martinson leída hoy después de tantos años conserva la frescura y la vigencia de la poesía más beligerante: una poesía que consigue que nos revelemos una vez más contra la incapacidad de emocionarnos.
Poemas como los de “Nómada” o los de "Poemas sobre luz y oscuridad" (1971), nos reconcilian con el arte poético, nos enseña a leer la sensibilidad en el paisaje que nos rodea, vuelve a dotar a la lucha por la libertad de un lenguaje excelso y motivador. Lean especialmente “Alguien dijo: el tiempo te llama”: “he vivido lo suficiente como para saber/ que siempre hay alguna forma de ultraje”. Soberbio verso, retrato de nosotros aquí y ahora.
Técnicamente es un libro limpio. Como se puede leer en la introducción, algunos de los poemarios de Martinson son sencillos, transparentes, economizan palabras y señalan su fin. No se regodean en las metáforas, van a la imagen, tocan la realidad para devolverla en forma de emoción al alma de los hombres. Martinson es un maestro de lo cotidiano.
Estamos ante un acontecimiento editorial en lo que a poesía se refiere: esta antología nos ofrece la oportunidad de exponernos a una obra que mereció el Nobel y que como la propia academia sueca dijo en su día de ella: “refleja la totalidad del Universo en una gota de rocío”. Léanlo: la academia no exagera esta vez.

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