10 julio, 2009

Cuentos de amigas (Reseña)

La amistad siempre ha sido materia de grandes obras literarias. Es una experiencia que enriquece a los implicados y lo más maravilloso es que se da en exclusiva entre dos personas. Igual pasa con los libros que apreciamos: un libro no es el mismo en manos de lectores distintos, como una persona no es amiga de las demás de la misma manera. Si lo dicho lo miramos desde la perspectiva femenina la cosa es distinta y enriquecedora. Y aquí matizamos: las perspectivas masculinas y femeninas son distintas y complementarias, enriquecedoras a su manera cada una y sobre todo necesarias ambas para comprender correctamente el mundo en el que vivimos. Distintas, no contrarias.
“Cuentos de amigas” (Anagrama, 2009) pone al alcance del lector una amplia gama de escritoras que tienen en su cuentos como tema central la amistad. La antóloga ya nos deleitó antes con “Madres e hijas” (Anagrama, 1996) y allí sólo participaban mujeres. En el prólogo Laura Freixas (Barcelona, 1958), explica el porqué los hombres se quedan fuera en esta antología exponiendo con rotundidad un argumento que puede estar más o menos cerca de nuestra perspectiva, pero lo hace de manera sólida y rotunda.
El libro está muy bien trabado, cuenta con escritoras de distintas épocas, estilos, edades y procedencias. Todas ellas nos traen su construcción de la amistad. Son textos a corazón abierto en cualquiera de los sentidos a los que podemos llegar a la amistad por el camino de las rupturas, encuentros, pérdidas o traiciones. Cuentos de distintas sensibilidades y realidades, las mujeres que participan en esta antología están realizando una carrera extraordinariamente coherete y en plena expansión (Flavia Company, Luisa Castro o Espido Freire) y otras que traen de lejos sus cuentos como Cristina Peri Rossi que no necesita presentación.
Tres historias merecen una especial mención: “Los mayorales exhaustos” de Paloma Díaz-Más, un hermoso relato de iniciación con una construcción afectiva absorbente. Tampoco deben perderse “Correspondencia” de Luisa Castro, una autora que hay que leer siempre y con atención sobre todo a como monta las atmósferas de sus cuentos como en este que recomendamos. El otro es Lúnula y Violeta de cristina Fernández cubas que sea posiblemente uno de los mejores cuentistas españoles. Su relato que pendula entre dos mujeres, en un ámbito rural y aquí ya no podemos decirles más.
Un libro de relatos es, no lo olvidemos, una construcción en sí misma. El antólogo no solo escoge un tema y llama a los cuentistas. Piensa, trama y ejecuta un libro colocando un cierto orden y marcando una cadencia. Para ellos y ellas este libro “cuentos de amigas” va a suscitar reflexión por el prólogo y una profunda satisfacción porque el cuento está más vivo que nunca y sus escritores (mujeres y hombres) lo están cultivando con sobrada maestría aquí y allá y esta antología es una muestra de ello y merece, ya lo verán, un volumen dos. No dejen de hacer amistad con este libro, no les defraudará.

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